Gogo: la potencia del arte y la militancia

Gogo: la potencia del arte y la militancia

“Estamos acá, porque es un proyecto que tengo de chiquita” comienza diciendo Georgina Guareschi quién está al frente de la Mansión de Gogó, un espacio multidisciplinario atravesado por el arte y la creatividad en el barrio de Pichincha, Rosario. Entre otras actividades, la Mansión recibe mensualmente al team Reveladas. En esta oportunidad, charlamos sobre cómo este proyecto cultural y popular se abre camino a nivel local.      

Georgina más bien conocida como «Gogo» tiene 32 años y se define como actriz, profe de teatro, gestora cultural. «Tengo este espacio en donde todes podamos desarrollar arte de la manera más popular y accesible posible”, asegura al ser consultada sobre los orígenes del proyecto.

Su formación es amplia: actuación y profesorado en la escuela de teatro y títeres, el profesorado de literatura, cursos y talleres de todo tipo: “desde oratoria, hasta artes escénicas, escenografía, danza, canto y producción”. Haciendo honor a su ascendencia griega, Gogo entiende que el arte es totalmente independiente y autónomo, por ello considera que la militancia constante es fundamental. 

“Me gusta todo lo relacionado con la plástica, con el mundo de la escena, de la poesía, con poder escribir obras teatrales, dirigirlas, pensar en nuevos proyectos, instalaciones artísticas”, comparte mientras recorre la Mansión. Sobre la actualidad cuenta: “a veces me encuentro con personas que nunca dieron un taller, o que no tienen un lugar físico pero si tienen la idea, entonces hago de ángel guardián de esos proyectos” y agrega “en el arte se nos enseña a actuar pero no a producir las ideas de lo que queremos hacer”.  

Georgina en «La Mansión de Gogo»- Ph Paula Sarkissian

Los orígenes de la Mansión 

La Mansión de Gogo se encuentra en la planta alta de Salta 2953, un lugar que siempre estuvo relacionado a lo artístico, ya que fue habitado en sus tiempos por franceses dueños del cine que funcionaba abajo. “Me vine a vivir en el 2018 y comencé a restaurar toda la casa. Eventualmente se hacían eventos para juntar dinero y seguir haciendo cosas” rememora Georgina.

Previamente, el edificio había funcionado como una galería de arte, y se impusieron algunos cambios al diseño original de esta casona que terminó “destruyendo cuestiones estructurales de la casa que tienen que ver con su historia”, se lamenta. 

Sus antiguos moradores habían traído muchos objetos de Francia -como mármoles, puertas- y dice que su intención «siempre fue restaurarla intentando mantener la estructura original, por ejemplo, los pisos de pinotea que son de 1800. Pude llegar hasta donde estoy ahora, que es un montón” destaca orgullosa de lo logrado. Este año, el cambio más rotundo fue la demolición de una pared para usar una habitación continua y fusionarlas, lo que abrió nuevas posibilidades para el espacio. 

Unos de los primeros proyectos en instalarse fue el estudio de fotografía, mientras que el año pasado varios talleres -como teatro para niñes y adultes, clases de trompeta, encuentros de vínculos y sexualidades, shibari, workshops, entre otros-  fueron encaminándose. Los mismos se dan en forma anual, y la casona, que funciona todos los días, siempre se encuentra abierta a recibir nuevas propuestas. Primero hay una instancia de entrevistas personalizadas, y posteriormente una selección de aquellos proyectos que se encaminan con los ejes de la mansión. 

¿De qué se trata? Para Georgina, la Mansión se conforma en base a tres ejes indiscutidos: arte, sexo y ecología y justifica “creo que somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor, y en ese sentido es importante ver que podemos ir haciendo, por eso me sustento en esta trilogía así como en la combinación entre gente que tiene experiencia y que no, a la hora de dar un taller.” 

En la casa “sólo pueden ocupar lugares de poder mujeres y disidencias” señala y si bien los hombres pueden participar de los talleres, ella entiende que “ya ocupan otros muchos espacios de poder”. Por otro lado, la decisión implica garantizar un espacio donde las mujeres y disidencias puedan estar seguras. 

Georgina en «La Mansión de Gogo»- Ph Paula Sarkissian

Nuevos horizontes

El proyecto futuro es constituir a la Mansión de Gogo como una ONG sin fines de lucro. Para Georgina, poder contar con la ayuda del Estado puede ayudar en la mantención de la casona, que durante todos estos años fue solventada por su cuenta, como así también garantizar un acceso más popular a los talleres y cursos. Entendiendo por ejemplo “que un asistente abone un 30 o 40% del taller y el resto lo cubra una beca”, dando cuenta también como el factor económico incide fuertemente en el ámbito del arte, y tal como refiere “si no tenés para comer, menos vas a pagar un taller artístico”.

Esas ideas contemplan que la casa pueda abarcar artes escénicas, instalar una radio vía streaming y tener una habitación para residencia de artistas que vengan de otras localidades. Y contemplando los ejes mencionados más arriba, que la Mansión pueda ser sustentable y autosuficiente en todos los sentidos. “Planeamos instalar paneles solares, incentivar el reciclaje y armar una huerta en la terraza y conseguir que este espacio sea, de alguna manera, un pulmón verde para Pichincha”, cierra Gogo.

Foto portada ph Paula Sarkissian.

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