En el barrio Industrial de Rosario funciona un circuito de recolección diferenciada con inclusión social, a cargo de cartoneros y cartoneras que ponen en valor el trabajo del sector, involucrando a la comunidad en la tarea de separar los residuos, y aportando a la reducción del impacto ambiental. Compartimos el recorrido de un día de trabajo para conocer en detalle cómo se organizan.
Una prueba piloto
En el 2017, a partir de la sanción de la ordenanza 8726, se pone fin a la tracción a sangre en el caso de los carros de recolección que eran empujados por caballos. Fue entonces cuando se realizó la primera carpa cartonera frente de la Municipalidad de Rosario y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el Taller Ecologista y el Grupo Obispo Angelelli presentaron en conjunto un proyecto en el Concejo para que se cree un circuito de Recolección Diferenciada con Inclusión Social y Promoción Ambiental que finalmente empezó a funcionar a fines del 2019 en el barrio Industrial.
En Carrasco al 2080 funciona la cooperativa de trabajo Cartoneros Unidos que nuclea a cartoneros y cartoneras del MTE, son 15 los trabajadores que integran el Primer Circuito de Recolección puerta a puerta.
Juliana Muchiut integra la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) de Rosario, es responsable de la rama de cartoneros del MTE y se encarga de la coordinación de los circuitos. En diálogo con Reveladas cuenta que alcanzar la sanción y efectiva puesta en marcha del proyecto “fue un trabajo arduo en términos de reconocimiento ya que se les dificulta ver a los compañeros como trabajadores, los ven como desempleados que hacen una changa” y agrega que tuvieron que dialogar mucho para que comprendan cuál era su objetivo: “hacer algo que genera beneficios para el medioambiente ya que la única manera de que la gente recicle es que tenga garantizada la recolección”.
Dos días a la semana se encuentran a las 8 de la mañana en la cooperativa y toman uno de los carritos que está a disposición para salir a recorrer las calles del barrio. Lo hacen en parejas y se detienen en cada puerta para que los vecinos le entreguen los materiales que juntaron en la semana. Entre todxs abarcan un radio de 40 cuadras, a medida que avanzan sus carros se van llenando de papeles, plásticos, cartones, vidrios y aluminios.
Se dice que es una prueba piloto porque el número de cartoneros que forma parte de ese circuito es muy reducido, sin embargo, el funcionamiento del modelo se sostiene de manera efectiva hace ya casi tres años. Quienes forman parte de este programa son los únicos que están registrados, tienen monotributo social, un seguro, ropa de trabajo y también perciben un salario por parte de la municipalidad que les paga por las horas trabajadas. Aparte, les corresponde el dinero por los kilos de materiales que juntan, en este momento el valor es de $20 pesos por kilo y un carro cuenta con capacidad para recoger hasta 100 kilos de materiales reciclables.
Esta experiencia nació en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y fue replicada en Rosario. Jacqueline Flores es cartonera, militante ambientalista y forma parte de la FACCyR. Fue quien diseñó este programa para que la gestión de la basura incorpore una perspectiva social y ambiental: que por un lado los cartoneros y cartoneras que hace más de dos décadas realizan un trabajo de supervivencia sean reconocidos por el Estado como trabajadores y estén integrados al modelo de gestión de residuos y, por otro lado, que se tenga en cuenta el rol que tiene el sector cartonero en la reducción de la basura que generamos a partir de la separación inicial en los hogares y la posterior recolección.

Promotoras ambientales
Las puertas de las casas se abren y salen los vecinos con bolsas repletas de materiales que son vaciadas en el carro que empujan los trabajadores de la cooperativa todos los lunes y viernes. Actualmente hay un vínculo entre la comunidad y los recolectores: los vecinos los conocen, los esperan y saben qué materiales tienen que entregar porque previamente recibieron la visita de las promotoras ambientales. Ellas son las encargadas de establecer el primer contacto con los habitantes del barrio: “el vecino sabe que lo que está haciendo ayuda un montón al medioambiente, ayuda al compañero y es laburo genuino. Muchos se ponen a charlar con nosotros, a preguntarnos, y así se va generando una toma de conciencia colectiva”, agrega Muchiut.
La FACCyR lanzó el Programa Promotoras Ambientales, la primera política con perspectiva de género para el sector. Se implementó en el año 2013 en Capital Federal y en Rosario se replica a partir de 10 promotoras ambientales. Susana Arriola es cartonera y realiza ese trabajo desde que se juntó con el padre de sus hijos. Hace casi seis años que es parte del programa y destaca el lugar de las promotoras en el sector cartonero y en la sociedad: “las mujeres ahora nos paramos de otra forma, pudimos tener nuestra independencia económica y el rol que muchas veces no tuvimos en este sector, porque sabemos que en muchas cooperativas solo trabajan los hombres. Ahora nosotras nos podemos plantar y trabajar de otra manera”, señala y agrega que este programa integra a todas las mujeres de la economía popular, no solo a las de la rama cartonera.
Su trabajo consiste principalmente en hacer un mapeo por los barrios, diseñar circuitos de recolección, pasar por las casas de los vecinos para promover la separación de residuos, concientizar sobre la importancia de la separación de origen para reducir la cantidad de basura que generamos y garantizar que, posteriormente, sus compañeros recolectores pasen por esas casas.
Arriola comenta que ser promotora ambiental le cambió la vida: “uno mira siempre para el futuro, yo soy cartonera y no milito, pero a la vez salís a la calle todos los días y estás militando porque estas luchando por un derecho para todos, no solamente para uno”, y destaca “el valor que tiene que un vecino reconozca a un compañero al que le da los materiales y que lo vea de otra forma. La lucha es dura, pero al tener ese reconocimiento de la gente donde uno diariamente sale, te llena y te dan ganas de seguir”.

¿Cómo se organiza la recolección?
El sistema de recolección de basura depende de cada municipio. Actualmente el que coordina la Municipalidad de Rosario es costoso, acarrea consecuencias negativas para el medioambiente y deja afuera a los cartoneros y cartoneras, un sector clave a la hora de pensar en la recuperación de materiales reciclables.
Tres empresas son las recorren las diferentes zonas de la ciudad juntando la basura de los contenedores que están ubicados en las calles: LimpAr se ocupa de la zona norte, Lime de la zona sur y Sumar, la única de gestión estatal, se ocupa del centro. Todo lo recogido se lleva a la Planta de Compostaje Bella Vista donde trabajan integrantes de cooperativas de cartoneros. Muchiut señala que allí “se trata lo que llega de esos tachos, pero sucede que el material de los contenedores naranjas es igual al de los verdes porque la gente no sabe separar y depende mucho de la voluntad de cada ciudadano”.
Por otro lado, también existen galpones donde se realiza la tarea de separación de materiales reciclables financiados por el Estado local en los que trabajan de manera informal cooperativas de cartoneros. Arriola comenta que este modelo también invisibiliza a los trabajadores del sector ya que “lo que hacen es llevarle los camiones, lo tiran ahí y tienen que separar como puedan: en el piso, en un banco, sin guantes ni protección y el sueldo de esos trabajadores es el material que ellos juntan”.
La modalidad de los contenedores verdes y naranjas fue diseñada con el objetivo de que los ciudadanos tiren en los contenedores verdes los residuos orgánicos y no reciclables mientras que a los naranjas deberían destinarse los materiales que, si se separan correctamente, pueden ser vendidos a la industria y volver a ser utilizados. Desde diferentes organizaciones enfatizan que la efectividad del modelo de la ciudad es baja.
Mirko Moskat es integrante del Taller Ecologista de Rosario y al ser consultado comenta que “el contenedor en vía pública tiende a desresponsabilizar al ciudadano de los residuos que genera porque es como un agujero negro donde uno puede tirar cualquier cosa, todo el tiempo y sin ningún tipo de control”, y suma que esta modalidad “invisibiliza el problema de los residuos porque una vez que el camión se lleva la basura a nadie le preocupa que es lo que pasa y nadie se hace cargo de lo que genera”.
De todo lo que llega a la planta de compostaje, cerca de un 90% se traslada a la localidad de Ricardone donde se entierra toda la basura que no se pudo recuperar. Es un proceso que tiene un costo elevado, se entierran aproximadamente 800 toneladas de residuos por día y Moskat cuestiona la sustentabilidad de esa práctica: «Los grandes problemas ambientales globales están relacionados con la lógica de producir, consumir y enterrar. Más o menos el 50% de emisiones de gases de efecto invernadero que genera el cambio climático están relacionados con ese sistema de producción y consumo», por otro lado, enfatiza que “a nivel local residuos es el ítem mas costoso dentro del presupuesto, por lo que se gasta en enterrar materiales en el relleno sanitario que tiene un impacto sobre las comunidades que viven alrededor, no solo en términos de convivir con una montaña de basura sino en términos concretos de afecciones respiratorias”.

Mirar hacia el futuro
En el 2019, cuando empezó la modalidad puerta a puerta en barrio Industrial, también se había planificado la apertura de un centro de reciclado que quedó trunco por la situación que trajo aparejada la pandemia. Actualmente el MTE cuenta con un espacio físico donde tienen las máquinas necesarias para llevar adelante la tarea de separación de los materiales reciclables. Esta propuesta esta orientada a generar puestos de trabajo y es el tercer eslabón que le sigue a la promoción ambiental y al posterior circuito de recolección puerta a puerta que ya funciona.
Lo novedoso de esta iniciativa es que les permitirá a todos los cartoneros y cartoneras llevar sus materiales a esta planta donde podrán venderlos directamente a la industria, obteniendo así más ganancias de las que tienen en este momento. Julieta señala que “este centro aún no arrancó porque el aporte económico que ponía la Municipalidad era muy poco, luego conseguimos que la provincia ponga más fondos para terminar de alquilar el lugar y ahora necesitamos que se nos habilite el presupuesto para cubrir los honorarios de los trabajadores y garantizar la operatividad del espacio”.
La Municipalidad lleva adelante un sistema que llaman “higienista” porque está centrado en la limpieza y en la higiene urbana. “Lo que nosotros planteamos es un sistema de separación de origen eficaz, de descontenerizacion, para dar lugar a otros modos de sacar los residuos a la calle y otros modos de recolección como el denominado sistema puerta a puerta”, amplía la entrevistada.
La modalidad que se adoptó para la recuperación en origen incluye el servicio de recolección puerta a puerta, los centros de recepción, los contenedores naranjas y la modalidad “barrios verdes”, cada una de estas experiencias se llevan adelante por empresas de recolección o, en algunos casos, por cooperativas. Desde las diferentes organizaciones señalan que la experiencia de barrio Industrial podría replicarse en otras zonas de la ciudad e incluir y reconocer al sector cartonero en esta tarea en lugar de que lo realicen las empresas que carecen de la mirada ambiental que aporta este sector de trabajadores.
En julio pasado se probó un proyecto de ordenanza presentado por el bloque de Ciudad Futura para crear el Sistema de Transición Ecológica de Residuos Reciclables con inclusión social dentro de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público, que aporta una mirada social y ambiental a la recolección de residuos. Luz Ferradas es concejala de este espacio y, en diálogo con el medio contó: «creamos esa área que cuenta con un presupuesto específico que va a salir de la Municipalidad para cumplir con las estrategias que tiene este sistema de reciclaje: incluir y generar fuentes de trabajo para los compañeros y compañeras que ya vienen haciendo este trabajo, reciclar mayor cantidad de materiales para enterrar menos residuos y obtener un impacto ambiental positivo». Este sistema va a funcionar a partir del 2023 y se estima que podría incorporar entre 200 y 300 trabajadores recolectores.
Desde el MTE celebran la aprobación de la ordenanza, aunque Muchiut considera que es importante que convoquen al sector para llevar adelante el diseño de ese sistema de reciclado recogiendo todo el trabajo que vienen realizando en materia social y ambiental.
Foto portada Ph Florencia Carrera