El arbitraje es una de las formas más antiguas, utilizadas en varias disciplinas sociales, para impartir autoridad y hacer respetar determinadas reglas.
Las luchas feministas han logrado que las mujeres empiecen a experimentar lugares que parecían sólo de hombres, y el fútbol es uno de ellos. Desde el inicio de la historia de este juego en Argentina, en aquel entonces pura y exclusivamente masculino, los árbitros han desempeñado esa labor con profesionalismo y carácter de tolerancia y respeto. Pero, ¿qué pasa con las mujeres y otras identidades? ¿Por qué reconocemos con nombre y apellido a ellos y no a ellas/es?
El pasado 27 de Mayo las árbitras latinoamericanas marcaron un hecho histórico en la historia del fútbol del continente. En el partido Defensa y Justicia vs Independiente del Valle por Copa Libertadores el arbitraje fue integrado por una cuaterna de mujeres: Edina Alves como árbitra, Neuza Back y Cindy Nahuelcol árbitras asistente, y Maria Belen Caravajal como cuarta árbitra; mientras que Sabrina Lois se desempeñó como asesora de árbitras y Ana Paula Oliveira como asesora de video. Las mencionadas, oriundas de Brasil, Chile y Argentina, resaltaron su profesionalismo en el campo de juego y dejaron en visto que tanto en las ligas locales como las nacionales e internacionales el arbitraje no es una cuestión de género, sino de actitud y carácter.
Gisela Bosso es una de las árbitras referentas de la región. “Siempre me gustó mucho el fútbol y estudiando en Rosario la carrera de Educación Física me propusieron hacer el curso de árbitros en un Colegio que incorporaba nuevos aspirantes a la profesión. Así fue como me inicié en el Colegio de Árbitros de Rosario (AFUR) y empecé a participar en ligas como la Totorense, Venadense, Chañarense, Sanlorencina, entre tantas otras regionales” contó en diálogo con Reveladas. Ella destacó que en los últimos tiempos, tanto el fútbol femenino como el arbitraje en sí están creciendo mucho: “Hay más paridad de género y tenemos participación laboral, lo que no hay es cantidad de árbitras”.
Gisela siguió su carrera en Buenos Aires, donde hizo el curso de arbitraje nacional y debutó en noviembre del 2017 como asistente de la Superliga en el partido Olimpo vs Godoy Cruz en Bahía Blanca. Actualmente, dirige fútbol femenino y masculino de Primera División y hace cinco meses fue nombrada como asistente internacional.
En el ámbito laboral, Gisela resaltó el respeto, la confianza y el compañerismo entre sus pares: “La competencia es leal, incluso las mujeres somos tratadas con mayor respeto” expresó.
Anahi Aguilera es árbitra desde el año 2018; fue su primo quien le comentó del curso de arbitraje y comenzó su carrera profesional en la Asociación Rosarina de Fútbol: “Ingresé al mundo del arbitraje porque me gustaba el fútbol y me di cuenta que no había mujeres y pensé ¿por qué no hay mujeres si es algo que cualquiera puede hacer? No tenía sentido” comentó en diálogo con este medio.
Para ella, el arbitraje lleva un constante crecimiento tanto físico como de conocimientos: “Al ser una carrera, cuanto más te capacitás más oportunidades de partidos tenés, incluso de dirigir juegos importantes. Lo bueno que tiene la Rosarina, que es la liga que más dirijo, es que podés hacerlo tanto en fútbol de salón como en fútbol de campo, una puede elegir”, agregó. En el año 2018 eran cuatro las mujeres que habían decidido ser árbitras, actualmente hay veinticuatro; cabe destacar que esto también fue consecuencia de que los clubes obligatoriamente tienen que tener un plantel de fútbol femenino, por lo que acrecentó la presencia de las árbitras en las ternas y cuaternas.
Respecto a dirigir fútbol femenino y masculino, Anahí nota algunas diferencias. En el caso del fútbol masculino, algunos jugadores hombres por el simple hecho de ser hombres se creen más que las mujeres aunque nosotras seamos la autoridad del juego: “Para mi, a la hora de dirigir fútbol masculino, no hay paridad de género porque tiende a ser brusco y se requiere de mucha autoridad; creo que la mujer irá ganando esos espacios con el correr de los años y la forma en cómo imponga su carácter y se pare en la cancha”, expresó. En cambio en el fútbol femenino suelen ser las jugadoras las que piden ternas de mujeres, y al ser pocas no alcanzan para cubrir todos los juegos: “La demanda de fútbol de campo y de fútbol de salón femenino creció muchísimo”.
En el ambito laboral, sostiene que no hay discriminacion entre compañerxs y resalta que todxs tienen la misma oportunidad, pero hace visible que sus compañeros hombres se profesionalizan mucho más rápido que sus compañeras mujeres: “El hombre hace años que está en esto, pero la mujer recién ahora se está empoderando para ser árbitra”, sostuvo.
Brenda Carisimo Ramírez estudió en el Colegio de Árbitros de Rosario (AFUR) y a finales del 2017 comenzó su carrera como árbitra: “Me enteré que podía estudiar para ser árbitro, no sabía, y ahí fue cuando me anoté. En el 2018 me dediqué a ser árbitra asistente de fútbol masculino de campo en las ligas Sanlorencina y Totorense; a fin de ese año comencé a dirigir y hace poco debuté en asistente de Primera”. Para Brenda, su profesor Alfredo Campos fue quien la incentivó a seguir adelante con la carrera, “me mostró el lado oscuro del arbitraje y aún así me impulsó a seguir”.
Según su experiencia laboral, Brenda aseguró que las mujeres participan en todas las ternas y cuaternas que propone el Colegio. En muchos casos lxs árbitrxs están expuestxs a la violencia de algunxs jugadores, más que nada en el fútbol masculino. Ante estas situaciones ella sostuvo que el carácter es fundamental y que hay compañerismo: “Somos muy buenos compañerxs, y siempre nos vamos a defender entre la terna o la cuaterna frente a las agresiones físicas”.
Actualmente, en AFUR son cinco mujeres árbitras y la idea es que se sumen más: “A mi me pone muy contenta que cada vez se sumen más mujeres” y sostuvo que lxs árbitrxs incentivan a las aspirantes a que se queden y se profesionalicen, “una va creciendo según como se lo proponga”, agregó.
«El árbitro es arbitrario por definición. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los goles. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: el amarillo, que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo, que lo arroja al exilio […] Nadie corre más que él. Él es el único que está obligado a correr todo el tiempo. Todo el tiempo galopa, deslomándose como un caballo, este intruso que jadea sin descanso entre los veintidós jugadores: y en recompensa de tanto sacrificio, la multitud aúlla exigiendo su cabeza. Desde el principio hasta el fin de cada partido, sudando a mares, el árbitro está obligado a perseguir la blanca pelota que va y viene entre los pies ajenos.”
Citando fragmentos del texto de Galeano “El árbitro”, para dedicarse al arbitraje es necesario capacitarse constantemente, preparación física y es fundamental un buen estado anímico para tomar decisiones óptimas a la hora de desarrollar la actividad. Ningunx está exentx de profesionalizarse dentro del arbitraje, para aquellas mujeres que son madres y/o ejercen tareas de cuidado se les debe brindar la posibilidad y el apoyo para ausentarse y luego regresar a su labor.
Las arbitras invitan a sumarse a todxs a esta profesión: “Hay que dejar cualquier tipo de prejuicio atrás, todxs se pueden dedicar a esto”. Además, sostienen que sería importante lograr un espacio en Rosario para que las mujeres árbitras puedan profesionalizarse en las ligas de AFA sin necesidad de ir a capacitarse a Buenos Aires.
Los Colegios de árbitrxs ofrecen a través de sus redes sociales cursos gratuitos abiertos a la comunidad, actualmente virtuales, y hasta el momento son muy pocos los Colegios que han tenido alumnxs trans, travestis u otras identidades.
Cabe destacar que si bien la salida laboral es rápida, lxs arbitrxs locales carecen de contratos ya que les pagan por cada juego; esto complicó aún más los ingresos económicos en el contexto actual de pandemia, sobre todo de quienes viven exclusivamente del arbitraje y de quienes son jefas de hogar.
Ph portada Anahí Aguilera.