Romina González, la kinesióloga olímpica

Romina González, la kinesióloga olímpica

“La barrera para que atienda una kinesióloga mujer no la pone el deportista sino el dirigente”

El 2021 pasará a la historia como el año en que Argentina volvió a consagrarse campeón de la Copa América de fútbol masculino después de 28 años, y el año en el que los Juegos Olímpicos (JJ. OO) se acercarán a la mayor paridad de género en la historia (49 por ciento de participación femenina).

Así lo anunciaba el Comité Olímpico Internacional (COI), el Comité Paralímpico Internacional (IPC), el Comité Organizador Tokio 2020, el gobierno de Japón y el gobierno metropolitano de Tokio el 8 de marzo último, donde reiteraron su compromiso de hacer que los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de este año, sean un hito en la igualdad de género dentro y fuera del campo de juego.

“La participación tanto de mujeres como de hombres en todos los ámbitos, y la participación activa de las mujeres, conducirá a la creación de una sociedad próspera, vibrante y sostenible, y a la realización de una sociedad en la que todos puedan vivir cómodamente”, dijo en ese entonces Marukawa Tamayo, ministra de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, ministra encargada de la potenciación de la mujer y secretaria de Estado para la igualdad de género.

Ahora bien, si buscamos información en los medios nacionales de la participación de nuestro país, encontramos que la mayoría de las noticias versan sobre el equipo de fútbol sub-23. Luego quizás venga el vóley, mano a mano con el básquet, y seguirá el handball. Los deportes más “populares” que a la vez son quienes llevan solo equipos masculinos en nuestra selección.

Por lo general no sabemos quiénes son protagonistas en su totalidad. ¿Qué otras disciplinas hay? ¿Qué atletas individuales? ¿Qué profesionales acompañan los equipos?

Romina González tiene 44 años, es profesora de Educación Física, Licenciada en Kinesiología y Fisiatría, Magister en Salud, Especialista en Kinesiología del Deporte y la primera rosarina y única kinesióloga designada por el Comité Olímpico Argentino (COA) para integrar el staff médico de toda la delegación.

 “El COA tomó la decisión que el staff médico y kinésico esté integrado por hombres y mujeres en la misma cantidad. Si bien para mí como mujer fue super natural comenzar a trabajar en Atletismo y nunca tuve algún inconveniente, muchas veces las mujeres en el ámbito del deporte no tenemos todo tan fácil. Cuando se puede debatir este tema y se llega a la conclusión de fomentar esa paridad facilita a que más mujeres puedan estar en el ámbito del deporte, así que yo lo celebro y siento mucho orgullo de ser la mujer kinesióloga que representa esta paridad dentro de nuestro staff”, sostiene González.

Una extensa trayectoria

Kinesióloga oficial de la Confederación Argentina de Atletismo desde hace años, Romina, que hizo su recorrido personal y profesional siempre vinculado al cuerpo y el movimiento, comenzó a interesarse en la Kinesiología por su hermana.

“Soy la más chica de tres hermanas. La del medio tiene escoliosis y en su momento, cuando éramos adolescentes, el tratamiento que le habían asignado era el uso de un corset rígido durante toda su adolescencia, 23 horas por día, que solo se podía sacar para bañarse o hacer los ejercicios. Era tortuoso”, cuenta.

Recuerda que a sus 12 años la acompañaba a las sesiones de kinesiología y que le impactaba la constancia de su hermana para hacer todo eso que a ella le resultaba “espantoso” y ver que, pese al esfuerzo, radiografía tras radiografía, ese tratamiento no mejoraba la situación, no era efectivo.

Seguramente algo de todo eso influyó en sus decisiones. Porque lo personal es político, Romina, que conoció ahí a la Kinesiología, años más tarde se encontraría preguntándose por la prevención. “Yo veía que toda la carrera estaba basada en tratamientos, diagnóstico-tratamiento, y me preguntaba si no había nada para hacer que evitara eso, las lesiones, las enfermedades. Ahí empecé a leer y a interesarme por la prevención, porque quería anticiparme al tratamiento”, relata.

A la par que iniciaba su camino en la docencia universitaria, la curiosidad por adelantarse, por contribuir a mejorar el rendimiento deportivo, la llevaron a buscar y a investigar. Así es como comenzó, en el 2006, a armar protocolos “para evitar y evaluar la segunda lesión de quienes estaban operados de ligamentos cruzados, con cosas muy básicas que se sabían hasta ese momento. Yo tenía un protocolo, evaluaba y entrenaba gente y luego de años de ensayo, error y estudio, empecé a armar algo un poco más completo y más grande”.

Lo que Romina comenzó a hacer en Rosario, en España ya existía hacía tiempo y se conoce con la figura del Readaptador Deportivo. Hacia allí fue con expectativas y temores, porque los intentos por ver entrenamientos de clubes locales habían sido vanos.

“¿Podré trabajar alguna vez en fútbol? Mujer en el fútbol y en kinesiología olvídate en esa época. Había empezado a mandar correos, le mandé uno al que era el creador de la readaptación deportiva, Carlos Lalín Novoa, que me recibió cuando trabajaba con los juveniles. Así que estuve tres semanas con él, viendo qué hacía el readaptador deportivo”, cuenta Romina, quien luego de esa experiencia, amplió las propuestas de formación académica en nuestro país.

Ya desde un tiempo antes, a Romina podía encontrársela con su camilla plegable en cada competencia de atletismo que hubiese en el Estadio Municipal de Rosario. Allí iba a aportar conocimiento brindando asistencia kinésica gratuita. Lo que luego se convirtió en un programa de extensión a la comunidad de la Universidad del Gran Rosario, institución donde se graduó y sigue trabajando, fue una acción individual guiada por la pasión.

En una competencia, quien era el kinesiólogo de la Confederación Argentina de Atletismo, Omar Ajun, le pidió una mano para asistir y a partir de ese momento, la convocaron siempre.

“En 2011 empezamos a hacer algunas evaluaciones y a incorporar otras cosas, y me llamaron para ir a los Juegos Panamericanos con el equipo. Estaba contentísima, pero Omar no iba. Fue una mezcla de emociones ahí. Luego de conversar con Omar, me quedé tranquila y siempre le voy a agradecer por el inicio que después fue mi laburo sostener”, recuerda.

Y agrega: “Al año siguiente, todos los atletas firmaron una solicitada para pedir que se oficialice mi designación como kinesióloga de la Confederación. Antes no existía un cargo oficial, te llamaban para cubrir determinados eventos. Se empezó a reconocer todo el laburo que venía haciendo previo a la competencia. El seguimiento, las evaluaciones, los historiales deportivos y de lesiones. Hoy me sigo sorprendiendo porque era muy novedoso para la época”.

Romina también trabajó con Yanina Martínez, atleta con parálisis cerebral que ganó la medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de Río 2016, con quien desarrolló un programa de entrenamiento novedoso, trabajo de investigación con el que se graduó de Especialista en Kinesiología del Deporte.

A la pregunta de por qué hay pocas mujeres investigando, escribiendo o participando en congresos en el campo de la kinesiología o del deporte, Romina dice que los mandatos sociales en los que seguimos siendo encasilladas nos impiden desarrollarnos y ahí perdemos. “En el hombre está más facilitado decir ‘che me voy a un congreso y vos quedate a cargo’, es lo que pasa a menudo. Incluso hasta puede ser mal visto que una mujer profesional y madre se quiera ir y deje sus hijxs por varios días”, y cuenta que forma parte de un grupo que se llama Kinesiólogas deportivas que busca fomentar que más mujeres se vuelquen al deporte como kinesiólogas así como visibilizar el trabajo de quienes ya se desempeñan en esa rama en todo el país.

“Contamos experiencias, promovemos los lugares que vamos ocupando, peleamos por a igual trabajo igual salario; porque la barrera no está en el o la deportista, que te atienda un varón o una mujer no la pone en absoluto el deportista sino el dirigente. Y eso queremos cambiar”, afirma.

Hoy ya en Tokio, Romina reconoce que siempre tuvo en claro sus objetivos, que la maternidad no está ni estuvo en sus planes porque no iba a ser facilitador en sus metas, que con sus amigas también discutió sobre esto: “Algunas me han dicho que ser mamá es lo más lindo del mundo y para mi viajar es lo más lindo”, dice.

“Cada persona debe tener su objetivo y su sueño, para muchas será ser madre y está muy bien, para otras el sueño está en otro lado y nos completan y llenan de alegría otras cosas y alcanzar otros objetivos”, concluye Romina.

El trabajo en Tokio

Su trabajo como kinesióloga durante los Juegos Olímpicos comienza con la recuperación después del viaje y luego “trabajar para que se llegue en mejores condiciones al momento de la competencia o entre las distintas competencias que van escalando, mucho trabajo de terapia manual y de buscar procesos de regeneración y recuperación. Casi todo el trabajo se dará en consultorio, pero si tenés que vendar a alguien o asistirlo en sus competencias diarias, vas con quien necesita eso. Y después cuando volvés al consultorio tenés una cola esperando”, se adelanta sonriente imaginando lo que le espera a partir de este 23 de julio.

COMPARTIR:

NOTAS RECIENTES

RECIBÍ NUESTROS NEWSLETTERS

Suscribíte, sin costo, y recibí en tu correo las notas, crónicas, investigaciones y coberturas destacadas del medio.

COMUNIDAD REVELADAS

Sé parte de la Comunidad Reveladas ¡Asociate y ayudá a sostener un medio feminista y autogestivo!

Queremos construir otra comunicación para otros mundos y sabemos que sólo es posible si lo hacemos entre todxs.

Al ser parte de nuestra Comunidad podrás acceder a todas nuestras producciones periodísticas, a beneficios en talleres y cursos.

¡Te necesitamos, asociate! Lee periodismo local, sostenido por sus trabajadoras.