«El Concejo está cada vez más alejado de la agenda de la gente»

«El Concejo está cada vez más alejado de la agenda de la gente»

De cara a las próximas elecciones generales del 10 de septiembre en Santa Fe, desde Reveladas dialogamos con las primeras candidatas a concejalas de las diferentes listas que aspiran al Concejo de Rosario. En este caso charlamos con Fernanda Gigliani, integrante de la lista de Juntos Avancemos.

La edila insistió en la crisis de representación política que se atraviesa en todos los ámbitos del Estado y la falta de respuestas concretas ante los problemas de la población. “Las instituciones, las escuelas, las vecinales, los centros comunitarios terminan ejecutando el rol que el Estado no está cumpliendo. Es más, el Estado requiere de esas instituciones porque sino no entra al barrio”, aseguró.

¿Qué análisis realizás del actual escenario electoral a nivel local y provincial de cara a las próximas elecciones?

-Creo que soy la única que tiene una mirada negativa de la institución Concejo, lo vengo diciendo, hoy en día les candidates son personas más ligadas a los medios de comunicación, particularmente a la televisión. Ingresé con 29 años recién cumplidos acá y renové en distintas elecciones, fui participando de distintas composiciones, entonces vi y vivi la degradación que sufrió el Concejo.

Es una institución que está cada vez más alejada de la agenda de la gente, y donde se terminan discutiendo cosas que no impactan positivamente en la vida de nadie. Hay una crisis de representación política que es lo que demuestra de alguna manera el resultado electoral. Hay un montón de gente que votó en blanco, la tercera fuerza fue el voto en blanco a nivel provincial, más los votos anulados, creo que está más que claro el mensaje.

En la provincia de Santa Fe nos debemos un debate, porque la boleta sábana se demonizó y se dijo que la boleta única era lo mejor, y la verdad que en la categoría de concejales hubiera 54 caras fue una locura. Creo que la gente que votó en blanco o anuló el voto fue por la bronca que tenía por tener semejante boleta. Al mismo tiempo, dicen que hay espacios igualitarios para la televisión y la radio, pero con 54 candidatos es imposible, en la tele ni aparecés.

Realmente nos merecemos una discusión profunda del sistema electoral porque de transparente la boleta única no tiene nada. También me parece necesario discutir sobre el no ingreso del celular a votar, porque hay muchas denuncias al respecto, sobre personas que le pedían mandar la foto con el voto ya sea para no perder un determinado beneficio, entre otros motivos. Aparece la idea de que el voto es libre, pero hay circunstancias que muestran lo contrario.

¿Cuáles creés que son las principales políticas públicas en materia de seguridad y trabajo que deben impulsarse desde el Concejo?

-Yo no creo que ningún estamento del Estado sólo pueda resolver lo que estamos viviendo y tampoco creo que ningún estamento tenga absoluta responsabilidad. Todes tenemos nuestra cuota de responsabilidad y hay que trabajar en conjunto para salir de la situación en la que estamos.

Hoy no hay política educativa, ni de trabajo, ni va ser posible ningún tipo de política pública si no resolvemos lo de la seguridad. Hay una necesidad de la gente de tener una referencia estatal en materia de seguridad cercana a su casa porque se cerraron las comisarías en la anterior gestión. Entonces, la nueva gestión pone millones de pesos para reabrir dichas comisarías. En ese sentido, no nos podemos dar el lujo de tener políticas erráticas, ni donde uno desdiga o haga lo contrario a lo que hizo el anterior.

Por otro lado, hay muchos candidatos que se han propuesto como diputados o gobernadores que nos deben muchas explicaciones a los santafesinos. En el terreno electoral veo difícil que la política esté a la altura de las circunstancias pensando en el futuro y en la ciudadanía. Y más allá de quién termine gobernando veo muy difícil que nos pongamos de acuerdo en algunos puntos básicos.

¿Cuáles son las principales acciones que se pueden impulsar desde el Legislativo para mejorar las condiciones de acceso a los servicios en los barrios?

-En barrios populares el descontento es más que evidente. Hablamos de seguridad y no hay escamonda, las personas reclaman la frecuencia de los colectivos ya que sabemos que a determinado horario no pasan más. Al mismo tiempo, vemos que hay barrios en donde la organización popular posibilitó el acceso de servicios. Las instituciones, las escuelas, las vecinales, los centros comunitarios terminan ejecutando el rol que el Estado no está cumpliendo. En más, el Estado requiere de esas instituciones porque sino no entra al barrio.

Se habla de la violencia ligada al narcotráfico y de que Rosario es un área de tránsito del narcomenudeo, pero lo que no se dice es que acá se está consumiendo mucho dentro de todas las clases sociales. Al respecto, la Municipalidad ha generado muchísimos dispositivos para abordar el consumo problemático, y aún así, no dan abasto.

Por otro lado, la falta de coordinación de los tres niveles del Estado frustra cualquier política pública, en un contexto local donde dichas políticas resultan insuficientes. Hay una demanda que supera la capacidad que tiene el Estado de resolver y depende mucho del voluntarismo que hay de las personas que están a cargo de esas áreas. Es decir, cuando hay gente formada, que le pone cuerpo y corazón, las áreas terminan funcionando, pero la política pública no puede depender de quien esté a cargo.

Pensemos en las tareas de cuidados, no tenemos un solo jardín público. Hoy una mujer se ve obligada a tener que quedarse en su casa cuidando a un pibe viviendo de una asignación, por ejemplo. Lo del jardín público es una deuda pendiente del municipio ya que fue una promesa de campaña.

Ph Paula Sarkissian

En un momento donde no hay una demanda puntual que articule a todo el movimiento feminista, ¿cuáles crees que son los principales ejes en los que hay que trabajar para mejorar la calidad de vida de mujeres y disidencias?

-Tenemos la ventaja de que en Rosario fuimos pioneros en muchísimas políticas que se han retomado en otras ciudades del país. Como concejala fui promotora de varias de ellas, y eso me genera satisfacción. Por ejemplo, nosotres fuimos promotores del parto respetado a nivel nacional y durante la pandemia tuvimos que acompañar a distintas organizaciones en diversos hospitales para objetar que no se estaban cumpliendo los protocolos. Y así, una tiene que estar todo el tiempo alerta. Por ello, con la pandemia sumamos al teléfono verde las denuncias por violencia obstétrica.

Lo que observo es que en materia de violencias sexistas los dispositivos no alcanzan, son deficientes. Es necesario ampliar la mirada porque parece que los feminismos se terminan reduciendo únicamente a mujeres cis de clase media y universitarias. De hecho, en mi laburo militante cotidiano hay muchísimes compañeres no se sienten referenciades por el feminismo, y terminan hasta, silenciosamente, avalando los discursos que hoy convocan a un sector de la sociedad. Eso es una señal de alerta, hay que poder escuchar cuáles son las demandas de las mujeres en el territorio, de los feminismos en los distintos barrios populares para después poder convocarles. Sin dudas, hay un desafío que no quedó saldado con la legalización del aborto. Lo está diciendo el propio resultado electoral, que un amplio sector de la población esté avalando a un tipo que reivindica a la dictadura, que afirma que si llega a ser presidente va a ir por gran parte de los derechos que conquistó el feminismo durante todos estos años. En este contexto hay que escuchar pero sobre todo ampliar la convocatoria desde el discurso y desde los hechos.

El principal desafío que tenemos es trabajar con las masculinidades violentas. Han llegado casos de varones denunciados ante el municipio. Lo que se observa es que no hay resoluciones de esos hechos. Hoy las herramientas que están al alcance son correr a esa persona del lugar de trabajo y se lo traslada a otra área. Y resulta que vos tenés a otras compañeras que les toca recibir a ese varón denunciado como violento y sobre éste no se hace ningún tipo de trabajo. Creo que en el feminismo se dio un debate en torno a eso y la etapa de la cancelación ya la superamos. Entonces, ¿qué se hace con ese varón que es denunciado como violento? Nadie está mirando ahí. No pasa nada y ese es el peor mensaje que desde el Estado podemos brindar.

También hay otros casos que me han llegado de varones que fueron cancelados y cayeron en depresión, y ahí también tenemos que pensar cómo trabajar. Creo que lo peor que nos puede pasar a los feminismos es dejar esos huecos o esos baches en las políticas públicas que se diseñan porque la contracara ya la vemos.

-¿Cómo evalúas las respuestas del Estado local ya sea en prevención como en erradicación de la violencia machista?

-En materia local las mujeres víctimas de violencias de género cuentan con el pago de tres meses de alquiler y en algunos casos el alojamiento en ciertas instituciones con sus hijes pero, por ejemplo, el programa Acompañar está suspendido y por eso no hay respuestas para una demanda urgente en la vida de muchas mujeres. Y eso no puede estar sujeto a sí cambia o no una gestión.

Ahora bien, si la solución es tres meses de alquiler, pasado ese tiempo, esa mujer te está tocando la puerta de nuevo. Hay una política pública que está fallando y que necesita ser trabajada en forma integral por los tres niveles del Estado.

-¿Cómo es la situación del cupo laboral trans en la ciudad, aprobado en el 2016? ¿Qué políticas sobre diversidad sexual creen que son necesarias?

-Se viene cumpliendo pero presentamos un proyecto que se está discutiendo en la comisión de feminismos, que busca incorporar un equipo interdisciplinario de acompañamiento al cupo. Porque lo que observamos es que la cultura que se tiene en los ámbitos de trabajo no se transforma de la noche a la mañana, con la incorporación del cupo. Y para las personas que fueron incorporadas es una situación difícil, porque la discriminación, los prejuicios, y los rechazos en algunas áreas de trabajo siguen estando.

Por otro lado, hay una gran parte de la comunidad trans que ingresa con una edad avanzada, a veces con problemas de consumo y tampoco se considera que a lo mejor es su primer empleo formal, y por lo tanto, se da por sentado que la adaptación a esa cultura del trabajo es un hecho. Para nosotres tiene que haber un equipo interdisciplinario que acompañe el ingreso del cupo, que pueda ejercer su laburo con libertad y acompañar la problemática que atraviesa la comunidad que no desaparece de un día para otro a partir del acceso a un trabajo formal.

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