Por Carla Di Terlizzi *
Es común que cuando nos referimos al 12 de octubre –Día del respeto por la diversidad cultural, anteriormente mal llamado Día de la raza– hagamos referencia al “encuentro entre culturas”, “expansión europea”, en algunas ocasiones también escuchamos decir “descubrimiento de América”, como si este territorio hubiese sido tierra desértica sin habitantes.
Cuando hablamos de la llegada de los europeos a América debemos hacer referencia al genocidio, a la brutal represión y matanza de las personas que habitaban el territorio, a eso debemos sumarle la explotación en formas de trabajo inhumanas, las enfermedades que los europeos trajeron que eran desconocidas aquí y provocaban la muerte de miles, la destrucción en las formas de organización social, la expulsión de las tierras, la falta de respeto hacia expresiones culturales, el terror, las mutilaciones, ajusticiamientos públicos, sólo por nombrar algunas de las cosas que los pueblos originarios de América sufrieron. Las mujeres de América no fueron ajenas al genocidio, para los conquistadores ellas eran una recompensa de la conquista. En un primer momento, en muchos lugares las mujeres fueron entregadas por las comunidades como parte de una ofrenda, sin embargo la apropiación y la violación por parte de los conquistadores fue constante.
Si bien debemos tener en cuenta que las sociedades americanas antes de la conquista europea no eran todas iguales ni todas tenían la misma forma de organización, y no es la intención en este artículo unificarlas, si debemos mencionar que en algunas sociedades como por ejemplo las incaicas, había mujeres que eran cacicas de sus pueblos, o por ejemplo en el caso de la comunidad mapuche eran las mujeres quienes tenían los poderes curativos. Si bien no estaban en condiciones de igualdad varones y mujeres, estas diferencias se acrecentaron con la llegada de los europeos. Se conocen casos en donde las mujeres lucharon para mantener sus puestos de cacicas, ya que consideraban esto como un derecho ancestral, algunas aprendieron sobre lengua castellana (hablar y escribir) para poder discutir en los tribunales sus posesiones y sus derechos. Hay documentación que demuestra que, por ejemplo, que en ciertas regiones se mantuvo el derecho a la herencia materna del cacicazgo.
Lo que mencioné anteriormente fueron casos particulares que se dieron en determinadas regiones, sin embargo a lo largo y a lo ancho de América nos encontramos con que las mujeres fueron violentadas, abusadas, explotadas, torturadas y asesinadas a partir de la llegada de los españoles a estas tierras. Las violaciones están documentadas ya que los españoles dejaron registros de lo que hacían. Las pobladoras de América se convirtieron en una especie de obsesión para los españoles que, ya no venían solo a buscar oro, plata, metales preciosos, también querían acceder a las mujeres (con o sin su consentimiento, eso no les importaba). En este sentido las mujeres eran para los españoles un bien preciado al cual podían vender o regalar como parte de una ofrenda, si bien esta era una costumbre que ya existía en los pueblos originarios de América, los españoles se creyeron sus amos y dueños. Esta apropiación y violación hacia las mujeres no estaba dirigida solamente hacia las adultas, está documentado que también se apropiaban y violaban a niñas.
Con las mujeres indígenas se cometieron todo tipo de excesos, no solamente el sometimiento sexual, sino que también muchas fueron apropiadas y reducidas a la servidumbre. Existieron cientos de casos en donde las mujeres eran violadas hasta dejarlas embarazadas y así podían venderlas a un mejor precio, en otros territorios cuando se prohibió que trabajen en las minas fueron explotadas en sus unidades domésticas para pagar impuestos y tributos. Sus cuerpos fueron colonizados, obligadas a dejar de lado sus costumbres, su cultura, su religión, vestirse y comportarse de determinada manera de acuerdo con lo impuesto por la sociedad europea patriarcal.
En la actualidad en América, las comunidades indígenas y sus mujeres deben hacerle frente a diferentes formas de discriminación, exclusión, violaciones a derechos humanos como derechos civiles, políticos, formas de acceder a la justicia, derechos económicos, culturales, entre otros. Como sociedad nos queda pendiente no solamente hacer visible y recordar los horrores que las mujeres indígenas tuvieron que padecer durante siglos, sino también ser conscientes de la lucha de estas mujeres por el reconocimiento de sus pueblos, de su cultura, de sus usos y costumbres. Las mujeres indígenas fueron y son sujetos de derecho.
*Profesora de Historia – Universidad Nacional de Rosario