Desigualdad de género en clave económica

Desigualdad de género en clave económica

En el marco del 8 de marzo los feminismos nos convocaron, una vez más, a repensar cada ámbito de la sociedad, en un camino de construcción que prioriza la organización colectiva como claves del cambio socio-cultural necesario. Uno de esos ámbitos es el económico, donde se reproducen desigualdades que afectan las posibilidades de autonomía y de vidas libres de violencias. 

En esa línea cabe analizar las principales brechas existentes en el acceso al mercado laboral, los ingresos percibidos y el impacto de la política económica.

A dos años de la pandemia, las desigualdades en el mundo del trabajo persisten y dan cuenta de que la recuperación económica que se registró desde mediados del año pasado (10,3% acumulado en 2021) tiene mayor impacto positivo en los varones que en las mujeres. 

Según el informe “El 8M en perspectiva económica: a dos años de pandemia y con la igualdad como metadel Observatorio de Géneros del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que analiza desde el 2018 la evolución de las principales variables del mundo laboral, para el tercer trimestre del 2021 la tasa de actividad y de empleo de las mujeres es 20 puntos más baja en relación a los varones, en tanto que la tasa de desocupación es 1,3 puntos más elevada, ya que se ubicó en 9%, guarismo por debajo de los dos dígitos que venía arrastrando y el más bajo de los últimos cinco años, aunque mayor al de los varones (7,7%). 

En cuanto a la franja etaria de 14 a 29 años, donde más impactan las brechas de acceso laboral y la precarización, cabe decir que la desocupación muestra una reducción general de la tasa que además para las mujeres bajó del 23,1% del tercer trimestre del 2020 al 18% en el mismo periodo del 2021 (último relevado en la EPH-INDEC según indicadores binarios varón/mujer). Se encuentra aún 1,4% por arriba de los varones jóvenes desocupados. 

Si se pone la lupa sobre el sector informal, los datos muestran una recuperación desigual por géneros. El 36% de las mujeres que trabajan de forma remunerada no están registradas, lo que implica que no solo se sostuvo el nivel de informalidad desde 2019 sino que se profundizó el diferencial con los varones, ascendiendo de 1,8 a 5,4 p.p.

A nivel de ingresos, las brechas también se mantuvieron en el periodo analizado ya que los varones percibieron 28,4% más de ingresos personales (laborales y complementarios) y en los ingresos por ocupación principal, la masa salarial de los varones es 25,3% superior. Al desglosar entre sectores registrados y no registrados, en los primeros la brecha fue del 19,6% (similar a los últimos cuatro años) mientras que en asalariados/as informales se profundizó y alcanzó el mayor nivel de los últimos 5 años, 38,2% más para los varones.

Los factores que inciden la cantidad de horas trabajadas y el valor de las mismas son diversos y tienen que ver con: la tasa de participación en trabajos remunerados (las mujeres trabajan en general entre 4 y 12hs remuneradas menos que los varones), la segregación vertical (refiere a las barreras existentes para acceder a puestos jerárquicos y de decisión), la segregación horizontal (refiere a que las mujeres acceden a actividades económicas feminizadas que son peor remuneradas), la informalidad, y las horas que dedican a tareas de cuidados no remuneradas (3hs diarias más que los varones).

El informe plantea un análisis poco frecuente vinculado a las brechas patrimoniales y tributarias que da cuenta de las desigualdades existentes en la titularidad de las propiedades y permiten hablar de una masculinización de la riqueza. Al analizar el Impuesto a Bienes Personales que recae sobre el stock de capital acumulado, del total de personas alcanzadas en 2019 el 67,5% son varones y el 32,5% mujeres. Similares datos arroja el estudio de los 10 mil contribuyentes del Aporte Extraordinario de las Grandes Fortunas, donde el 74% fueron varones y el 26% mujeres, es decir, 3 de cada 4 aportantes son hombres. Si se mira el Impuesto a las Ganancias, del total de presentaciones en 2019, apenas un 29,6% pertenece a mujeres. 

Para hacer frente a las desigualdades históricas es fundamental la implementación de políticas públicas que fortalezcan las autonomías y cierren brechas. El estudio de CEPA relevó estos dos últimos años, 29 programas y medidas en el orden nacional con impacto en la autonomía física, brechas de tiempos y cuidados, laborales, habitacionales, de salud. Cabe destacar la incorporación por primera vez a nivel nacional del Presupuesto con Perspectiva de Género (PPG), una herramienta clave de gestión que incorpora la perspectiva de género en todo el proceso presupuestario. En 2021, el gasto de las actividades etiquetadas como PPG representó 17,4% del gasto total de la Administración Pública Nacional y su ejecución fue del 99,8%.

Informe completo en este link!

Foto portada Ph Florencia Carerra.

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