Tareas de cuidado: El trabajo dignifica si es remunerado

Tareas de cuidado: El trabajo dignifica si es remunerado

En 1983, durante el segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Lima, Perú, se declaró al 22 de julio como Día Internacional del Trabajo Doméstico, con el objetivo de reconocer el trabajo reproductivo – doméstico y de cuidado – necesario para el sostenimiento de las familias, para la salud, el trabajo, la economía, para la reproducción misma de la vida.

Ahora bien, ¿A qué llamamos tareas de cuidado? ¿Quiénes las realizan y por qué?¿Cuánto tiempo demandan? ¿Cuánto valen?

Al hablar de tareas domésticas y de cuidados se hace referencia a todas aquellas actividades que permiten la crianza, salud, educación, contención afectiva e inserción social y laboral de las personas, en otras palabras a limpiar, cocinar, planchar, lavar, realizar compras, ayudar con las tareas escolares, cuidar de niñxs, adultxs y personas con discapacidad, trasladarlxs, cuidar mascotas y todo aquello que en el día a día busca sostener la calidad de vida de la forma más digna posible.

El ordenamiento de estas tareas en la sociedad está marcado por su desarrollo al interior del núcleo familiar y puntualmente por recaer casi exclusivamente en los hombros de las mujeres, lo que incide en su tiempo, sus ingresos, su salud física y mental.

De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a escala mundial las mujeres dedican en promedio 3,2 veces más tiempo que los hombres a la prestación de cuidados no remunerados, lo que representa unas 4 horas y 25 minutos al día frente a 1 hora y 23 minutos en el caso de los hombres. En la Argentina, según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC, 2013), las mujeres “realizan el 76 por ciento de las tareas domésticas no remuneradas y les dedican un promedio de 6,4 horas semanales, en tanto que sólo el 57,9 por ciento de los varones participa en estos trabajos, a los que les dedican un promedio de 3,4 horas semanales”.

Esta división sexual del trabajo en el sistema capitalista y patriarcal que asigna un supuesto destino biológico a las mujeres, atado a sentimientos de amor y abnegación, para la realización de estas actividades incide a su vez en que su participación en el mercado laboral sea más baja que la de los varones, además acceden a trabajos más precarios e informales y están más expuestas a la desprotección social.

Según datos del INDEC para el primer trimestre del 2021, la tasa de empleo de las mujeres fue de 43,0 por ciento y en el caso de los varones alcanzó el 63,8 por ciento. Por su parte, la tasa de desocupación fue superior en mujeres (12,3%) que en varones (8,5%) y afectó más a lxs jóvenes. En el caso de las mujeres menores de 29 años la tasa de desocupación se ubica en el 24,9 por ciento mientras que en el caso de los varones hasta esa edad llega al 17 por ciento.

En septiembre de 2020 por primera vez el Estado argentino cuantificó el valor de las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas en el mundo económico en su conjunto. Según el informe Los cuidados, un sector económico estratégico. Medición del aporte del Trabajo Doméstico y de Cuidados no Remunerado (TDCNR) al Producto Interno Bruto” difundido por la Dirección de Economía y Género del Ministerio de Economía Nacional, estas tareas representan un 15,9 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), seguidas por la industria (13,2 por ciento) y el comercio (13 por ciento), lo que representa un valor de $4.001.047 millones de pesos​. En cuanto al aporte por género “el ​75,7 por ciento proviene de tareas realizadas por mujeres. ​Es decir, las mujeres realizan más de las tres cuartas partes y, de este modo, ​dedican, el total de ellas en su conjunto, 96 millones de horas diarias de trabajo gratuitas a las tareas del hogar y los cuidados”.

El contexto global de pandemia por Covid-19 y la emergencia sanitaria consecuente evidenciaron aún más la importancia que tienen los cuidados. Se trata de tareas indispensables para la sostenibilidad de la vida, cuya organización responde directamente a la estructura de funcionamiento del sistema capitalista, que se realizan sin reconocimiento económico alguno pese a que tienen un vínculo estrecho con el mundo productivo en tanto reproducen la fuerza de trabajo que éste necesita, y que generan desigualdad económica y se sustentan en la desigualdad de géneros.

En diálogo con el programa #VocesReveladas Rita Colli, secretaria general del Sindicato de Amas de Casa (Sacra) de la provincia de Santa Fe, señaló sobre el trabajo doméstico: “Entendemos que lo principal es su reconocimiento y visibilización. Nos alegra que hoy seamos tres generaciones las que estamos luchando por esto, porque las pibas del Ni Una Menos han tomado esta bandera como tema de la agenda feminista. Las relaciones de poder y económicas en la inequidad de género se explican fundamentalmente por el fenómeno de invisibilidad del trabajo no remunerado que realizamos las mujeres fundamentalmente en nuestro hogar y vinculado al cuidado de personas, por eso desde el sindicato impulsamos el salario para amas de casa, la jubilación, la obra social -que tenemos desde hace 20 años- y la organización sindical. Desde Eva Perón hasta economistas de todo el mundo han marcado un pensamiento que demanda el reconocimiento y remuneración de este trabajo, que es un sector económico estratégico y así lo ha demostrado la pandemia El trabajo dignifica y ordena la vida de una persona cuando es retribuido, cuando se invisibiliza por causa del sistema capitalista genera las desigualdades hoy vigentes, y contra eso deben avanzar las políticas públicas”.

Un factor a tener presente en este esquema tiene que ver con los recursos disponibles de las familias para resolver estas tareas y más aún en coyunturas marcadas por el incremento del desempleo y la pobreza, ya sea por la aplicación de políticas de corte neoliberal que reducen la inversión pública en sectores claves como, en estos últimos meses, por la incidencia de los efectos causados por la pandemia mundial. Aquellas familias con ingresos más precarios suelen verse obligadas a recurrir a familiares -generalmente otras mujeres- redes de vecinas y estrategias comunitarias, sobre todo si se trata de jefas de hogar que dependen únicamente de su trabajo remunerado para subsistir, en tanto que las que tienen mayor poder adquisitivo suelen tercerizar los cuidados, ya sea en jardines privados como a través de la contratación de trabajadoras del sector, las que también suelen ser mujeres empleadas en condiciones laborales precarias. La oferta pública se caracteriza por ser deficiente.

Al respecto, Paula Durán, coordinadora de la Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), expresó en diálogo con Voces Reveladas: “Entre las políticas pendientes cabe señalar la promoción de servicios públicos de cuidados de calidad, las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral a partir de la extensión urgente de las licencias de paternidad y maternidad y la profundización de la Educación Sexual Integral para cambiar la cultura de la naturalización del trabajo doméstico a cargo de las identidades feminizadas”. 

En esa línea la docente e investigadora agregó: “Tenemos que visibilizar esta actividad humana que cumple un rol fundamental en la reproducción económica y social y que realizamos las mujeres por estar asociada a responsabilidades y habilidades femeninas. Más allá de que nos fuimos incorporando paulatinamente al mercado de trabajo remunerado, lo cierto es que se nos extendieron las jornadas de trabajo, con doble o triple jornada y múltiples tareas superpuestas, que a veces extendemos a través de redes de cuidados hacia otras mujeres, con múltiples consecuencias en el desarrollo personal y social”. 

En el Gran Rosario, según un informe presentado este año por La Usina de Datos de la UNR sobre la inequidad entre mujeres y varones en la distribución de tareas del hogar, “el 71 por ciento de las tareas del hogar son realizadas por mujeres”. A su vez, las mujeres sufren una mayor precarización en sus trabajos y la brecha de ingresos sigue siendo importante, “el ingreso promedio en la ocupación principal de los varones superó un 31,7 por ciento al de las mujeres”. 

En Argentina, la principal ocupación de las mujeres es el servicio doméstico remunerado: representa el 16,5 por ciento del total de empleo de las mujeres ocupadas y el 21,5 por ciento de las asalariadas.

Juana del Carmen Britez es la secretaria de organización de la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares (UPACP), el primer sindicato del sector, y vicepresidenta de la Federación Internacional de Trabajadoras Domésticas, al ser consultada se refirió a la falta de reconocimiento de las trabajadoras domésticas dentro del sector de cuidados: “Las trabajadoras domésticas siguen sin ser reconocidas en pie de igualdad como otros trabajadores. En nuestro país tenemos desde el 2013 la ley 26.844 protectora de los derechos de las trabajadoras que equipara casi en su totalidad a la Ley de Contrato de Trabajo, a pesar de que es un régimen especial mejoró la registración y la seguridad social. No obstante aún hay 1.400.000 trabajadoras no registradas, un 75 por ciento”.

En ese sentido Britez destacó que es fundamental “implementar acciones de política pública para visibilizar y jerarquizar el trabajo de casas particulares, con información a los empleadores sobre las obligaciones de registración, campañas sobre los derechos de las trabajadoras y articulación entre ministerios y sectores involucrados”. Según la entrevistada la crisis de pandemia “evidenció aún más la cantidad de trabajadoras sin derechos y su vulnerabilidad, ya que no se les quiere pagar el sueldo o se las despide pese a los decretos del Poder Ejecutivo que lo prohíben”.

En la agenda estatal

En el marco de la estructura del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad creado por el gobierno nacional que asumió en el 2019, existe la Dirección Nacional de Políticas de Cuidado.

Lucía Cirmi Obón es economista feminista y está al frente de la Dirección. Al ser entrevistada para este especial transfronterizo, señaló “las tareas de cuidados mueven el mundo, entre las cosas que se hacen dentro de los hogares y en la comunidad, llevando a las personas mayores al médico, a los más chicxs a la escuela, planchar, cocinar, son tareas que no solo tienen un valor en sí mismo sino que hacen posible el desarrollo de todos los otros trabajos. Transformar este sistema implica sacar al cuidado del ámbito familiar, privado y particularmente femenino y ponerlo en el ámbito público, social y de todas las identidades, y todo eso es un gran ejercicio de redistribución de tiempos y de recursos, tenemos un desafío no solo cultural sino también económico”.

Una de las políticas implementadas desde dicha Dirección tiene que ver con la conformación de una comisión redactora para preparar un anteproyecto de ley de Sistema Integral de Cuidados con Perspectiva de Género, que busca escuchar a todos lo sectores para sentar precedente de un cambio de paradigma en torno a este tema.

Por su parte la semana pasada se conoció que la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) pondrá en marcha el Programa de Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidado que busca reconocer el tiempo invertido por las mujeres en las tareas de cuidado de sus hijos e hijas a través de otorgar años de aportes.

Los aspectos principales del programa:

-Reconoce aportes por tareas de cuidado para mujeres que tengan hijas/hijos, con la edad requerida para jubilarse -60 años o más- y que no cuenten con los años de aportes necesarios.

-Se computará 1 año de aportes por hija/o. 2 años de aportes por hija/o adoptada/o, 2 años por hija/o con discapacidad y 2 años en caso de que haya sido beneficiaria de la Asignación Universal por Hija/o por al menos 12 meses. Y se reconocerán los plazos de licencia por maternidad y de excedencia de maternidad.

-Los trámites para acceder a este derecho podrán gestionarse por turno a través de la web de Anses a partir del 1º de agosto en la solapa “Mi Anses”. Una vez otorgado el turno, deberán acudir a la oficina que se les asigne con DNI; las partidas de nacimiento; la sentencia de adopción si corresponde y si la titular tiene hijas/os con discapacidad, el Certificado de Discapacidad (CUD).

La Anses recomienda que antes de agosto, las mujeres ingresen con su CUIL y clave de la seguridad social a “Mi Anses” y verifiquen si los vínculos familiares están actualizados en: “información personal” y “relaciones familiares”. En el caso de que no figuren los datos, deberán solicitar un turno para actualizarlos.

Se estima que unas 155 mil mujeres de entre 59 y 64 años serán alcanzadas por el beneficio en el país, unas 15 mil santafesinas y unas 10 mil rosarinas.

Ilustración Luisina De Santiago @lula.desant

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