Amor(es) y otras hierbas

Amor(es) y otras hierbas

¿Cuántos cuentos, canciones y ficciones se coronaron con un “y vivieron felices para siempre”? Y es que, las personas se enamoran, se casan, y su amor triunfa frente a la adversidad. La receta de la felicidad no se discute, es de a dos. O al menos, así lo creemos. Hablamos con Barby Mariscotti, psicóloga y sexóloga, sobre este debate. 

Barby es educadora especialista en género y diversidad, y es por ello que también se detiene en les adolescentes a la hora de hablar de sexualidades. “Hay cambios abruptos en les adolescentes, y es que ahora tenemos una ley que antes no” enfatiza. Si bien, la ley de Educación Sexual Integral -ESI- está legislada desde el año 2006, no fue hasta el debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo del año 2018, que la ESI empezó a tener mayor injerencia en las instituciones educativas. Previo a ello, su tratamiento quedaba en la buena voluntad de docentes y directivos. Sin embargo, lo que quedó claro en aquella instancia es que “es mejor una educación sexual como prevención que el aborto como consecuencia”.

Este gran cambio social, logró que “te pidan ESI hasta en los recreos, de hecho las familias previo a inscribir a sus hijes preguntan por ella” reflexiona. ¿Cuáles son los reclamos de la juventud? Las relaciones violentas, la discriminación por orientación sexual e identidad de género emergen aún y sobre todo en aquelles que siguen pensando a su tratamiento como ‘ideologia’. “Cuando luchamos por derechos, siempre luchamos por derechos para las nuevas generaciones, nosotres ya estamos rotes, ya fuimos vulnerades” sintetiza en diálogo con Reveladas.

El(los) amor(es) 

Cuántas veces escuchamos por ahí que el amor duele. Cuántas otras lo afirmamos. Las idas y vueltas, los nuevos vocablos como el ghosting -es decir, que la persona con la que se entablas una relación, desaparece sin dar explicaciones y te borra de redes sociales- resuenan cada vez más. También lo hacen otras prácticas de la sexualidad que se corren de la mononorma, entre ellas, el poliamor como identidad sexual y política, que refiere a una relación amorosa de manera simultánea de tres o más personas, con consentimiento y conocimientos de todes les involucrades. 

Hay un modelo que entra en jaque, el amor como lo percibimos y/o aprendimos es un modelo de amor violento “nos hace creer que alguien nos va a pertenecer sólo porque nos amamos, además no podemos controlar los sentimientos y deseos de la otra persona, y eso genera frustración de antemano” sentencia Barby, y propone un interrogante ¿Qué pasa cuando la otra persona ya no me ama? 

El debate de la mononorma, implica cuestionar el régimen social, político y económico que sostiene que “existe una única forma de vinculación válida, que es romántica, tiene fines reproductivos, y donde la pareja tiene supremacía ante todo”. Al respecto, la entrevistada recupera que una de las unidades de los contenidos de la ESI es sobre los vínculos saludables, es decir, de personas que se hacen bien, que se comprometen en el bienestar de la relación, “en mi propio bienestar a la hora de consensuar, lo que quiere decir red de cuidado” y agrega “si seguimos sosteniendo que la felicidad de una persona es casarse y tener hijos van a seguir habiendo un montón de casos de violencias”. Entra en juego la gestión de las emociones, ¿se está dispuesto a mentir, retener y/o violentar -en el más grave de los casos- a una persona para no perder el vínculo? 

Chongueo y responsabilidad afectiva 

“El amor sólo existe en las góndolas que nos ofrece la televisión. Amaremos heterosexualmente, monogámicamente y por el resto de nuestras vidas o simplemente no amaremos” exclamaba por el 2018, la -actual legisladora de Buenos Aires- Ofelia Fernandez. Es por ello que la crítica no es extraña para quiénes utilizan otras formas de nombrar a los vínculos que practican, en el chongueo “tenemos sexo pero no hay un titulo definido, esta forma de nombrar esta por fuera de lo que conmumente llamamos pareja,” dice Barby. 

Mucho se habla de la falta de responsabilidad afectiva en el chongueo, en donde frases como “no me pidas más, porque no somos nada” sobrevuelan. Hay un fuerte planteamiento, acerca de que sólo hay respeto cuando un ‘título’ está de por medio. Incluso en los feminismos suele darse esa división de putas y buenas, “con la buena me pongo en pareja, y con la puta me divierte garchar, innovar”, describe la entrevistada. Es por eso que rescata y celebra como les adolescentes han hecho de la responsabilidad afectiva una verdadera revolución, en donde no se permite cualquier trato sólo porque reivindican el disfrute y el deseo.

En las masculinidades también hay nuevos retos, y es que no se trata de adivinar lo que quiere la otra persona, sino que los compañeros varones tienen que “hacerse cargo de sus conductas machistas, porque son adultos y les corresponde aprender a comunicarse, no podemos hacer el trabajo por ellos” a fin de lograr una mejor y -más sana- convivencia entre los géneros.

Sin embargo, también hay una demanda de las sexualidades femeninas, y es la construcción de modelos positivos de sexualidad, donde el eje sea el placer y no la reproducción. Positivo, en el sentido de despojar las construcciones sociales y religiosas que se hicieron eco de los cuerpos femeninos, en donde el goce está sobrecargado de miradas negativas, “¿acaso debemos aguantar seguir siendo señaladas como la puta o la peligrosa por que nos gusta hablar de nuestras prácticas en el sexo?” concluye Mariscotti. Acaso no es evidente, que sólo las masculinidades cis-hegemónicas son los unicos que pueden ser “piratas y salir de trampas” y son celebrados por ello,- Basta con mirar las historias mediáticas para confirmarlo.

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