Las demandas por cuotas alimentarias en el territorio nacional son históricas y muy pocas mujeres logran el cumplimiento de la sentencia dictaminada por el Poder Judicial. En Rosario, ocupan el segundo lugar de demandas iniciadas por año y están detrás de las caratuladas como violencia de género, con lo cual esta práctica sigue tomando a la mujer y a les niñes como rehenes de un sistema patriarcal que vulnera sus derechos y promueve la violencia de género y económica. La ausencia del progenitor deviene de la falta de cumplimiento de la manutención correspondiente y el desapego en las tareas de cuidado y las necesidades integrales básicas (alimentos, vivienda, vestimenta, educación, protección física, relaciones afectivas, cuidados acordes a cada etapa de desarrollo).
Familias Monomarentales
Paola Urquizo es docente y psicóloga con orientación infanto-juvenil radicada en Buenos Aires. Hace unos años comenzó a investigar sobre el incumplimiento de la cuota alimentaria y, en el contexto de pandemia, se vio impulsada a crear Familias Monomarentales (ig:@familias.monomarentales) una comunidad virtual que puso foco en la vulneración de las maternidades y de las infancias. Al proyecto de Paola se sumaron dos colegas más, Cecilia (periodista) y Florencia (antropóloga). “A través de los mensajes privados y comentarios de los posteos de Instagram vimos la devolución de las mujeres que se vieron reflejadas en esta propuesta de empezar a nombrar de otra manera este tipo de familias en las que las mujeres están a cargo de forma exclusiva de la crianza, cuidados y sustento económico de les niñes” comentó Paola en diálogo con Reveladas.
Las Familias Monomarentales están compuestas por madres e hijo/as y el proyecto es difundir y visibilizar las cuestiones que atraviesan las mujeres que crían solas, dejando atrás las culpas impuestas socialmente y teniendo en cuenta las necesidades de les niñes: “Nuestra idea es reflexionar sobre la calidad de vínculos que hay con les niñes, qué lugar ocupan en esta dinámica y volver a repensar las maternidades desde el feminismo, su valor social y económico, hasta qué punto es compatible la maternidad y la crianza con el mundo laboral que tenemos. Las tareas de cuidado siguen quedando del lado de las mujeres y no encontramos políticas públicas que vayan en sentido contrario”, manifestó.
La agrupación afirma que el incumplimiento de la cuota alimentaria es violencia económica, ya que si bien muchas mujeres deciden emprender este tipo de familias solas en la mayoría de los casos era una familia biparental que por motivos de separación, divorcios o por situaciones de violencia devienen en familia monomarental. Quienes recurren a la organización aseguran que en muchos de los puntos de denuncia no reconocen el incumplimiento de la cuota como un tipo de violencia: “Las mujeres si van a denunciar este tipo de violencia, la primera respuesta que tienen es que inicien la demanda de alimentos, y en la mayoría de los casos implica una vulneración de derechos previa ya que llegan al ámbito judicial imposibilitadas a sentarse con el otro progenitor para lograr que cumpla con su obligación alimentaria”. Otro punto en donde hacen hincapié es en problematizar la desigualdad en las tareas de cuidado que se da entre aquellos progenitores que eventualmente visitan a les niñes: “Debido a que los padres van y vienen, muchas de estas mujeres no registran que la carga de cuidado está del lado de ellas” agregó.
Para un mayor análisis de estas familias, la organización recaba información a través de encuestas y de los comentarios en sus redes sociales: si hay un cumplimiento de la cuota alimentaria, si hay cobro de asignaciones, la situación habitacional y de salud de estas familias, analizando también la falta de participación del Estado y de perspectiva en los centros de denuncia y en el ámbito del Poder Judicial.
En el contexto de pandemia han detectado que los hogares monomarentales son los más precarizados, debido a que estas mujeres para poder compatibilizar las dobles o triples jornadas (incluidas en éstas las de cuidado y de militancia) acepten trabajos informales para poder llevar adelante el hogar y no todas cuentan con redes de contención, además de que se ven afectado el desarrollo profesional y emocional de estas madres. “Las mujeres debido al rol autoimpuesto y socialmente impuesto intentan suplir la falta del Estado y del progenitor ausente, abandónico o violento. No es lo justo y no es lo que como feministas debemos promover ni aceptar, debemos reconocer que estos problemas existen y ver qué políticas se pueden establecer más allá de las redes de mujeres y de las alianzas que entre nosotras hagamos. Vivimos en una cultura patriarcal centrada en el hombre y cuesta mucho entender que tiene que haber un cambio cultural y el hecho de establecer normas y leyes que faciliten esta transición será bueno tanto para las maternidades como para les niñes”, concluyó.
Hecha la ley, hecha la trampa
El Código Civil en nuestro país sostiene que tanto la madre como el padre son responsables del desarrollo de sus hijo/as, tanto en lo vincular como en satisfacer las necesidades básicas de supervivencia. Tal como está planteado el Sistema Judicial en Argentina, son muy pocas las madres que logran recibir la cuota alimentaria ya que si no hay un trabajo formal en donde realizar un embargo y asegurarse ese ingreso todos los meses, es casi imposible llegar a cobrar una cuota de alimentos. Cabe destacar que ante cualquier tipo de reajuste de la cuota alimentaria ya sea producto de la inflación o un aumento de la cuota, el Sistema Judicial requiere abrir un nuevo expediente y por esta razón muchas madres ni siquiera inician las demandas judiciales, para evitar el desgaste que implica y la burocratización de las demandas. Además, no todos los/las jueces le dan el valor que corresponde a las tareas de cuidado, más allá de que estén planteadas dentro del Código Civil argentino.
Paola Urquizo opinó: “Hay que resaltar que el varón parte de un escalón más arriba que el de la mujer ya que tiene más posibilidades de acceso al trabajo, más tiempo disponible ya que no ejerce tareas de cuidado, la brecha salarial es distinta. Pero para la Justicia argentina somos ciudadanos/as iguales y ambos tienen las mismas responsabilidades; y las demandas (aún las que tienen que ver con derechos básicos) requieren un abogade y sabemos que hay muchos problemas en los patrocinios gratuitos por lo que conseguir abogades rentados supone una dificultad, más todavía para aquellas mujeres que no tienen plata para pagar un colectivo hasta el tribunal por lo que es una situación complicada y nosotras queremos empezar a discutirlo».
En la misma línea agregó: «Vemos que el derecho alimentario de les niñes no se está pudiendo resolver en la justicia, primero porque es una justicia patriarcal, y en segundo lugar porque es clasista y no todes tienen acceso a ella; y aquellas que lo logran sucede que el demandado renuncia a su trabajo o busca incumplir de alguna manera lo dictaminado, con lo cual no se garantiza que esos niñes reciban sus alimentos y se sigue violentando a estas mujeres”, y agregó: “como sociedad tenemos que lograr que estas cosas se sancionen, ya que no es un problema de dos adultos que se pelean por plata sino que es un derecho de un niño, niña, adolescente que está siendo vulnerado por su progenitor”.
En las demandas de alimentos también se articulan otro tipo de problemáticas como por ejemplo las contrademandas por régimen de comunicación; aquellos padres que han violentado a las madres o a les niñes de forma física, verbal o psicológica, siguen teniendo derecho de vincularse con sus hijes si la justicia acepta la contrademanda, por lo cual muchas mujeres prefieren protegerlos del progenitor violento antes de reclamar una cuota de alimentos.
¿Qué pasa en Rosario?
En los tribunales de nuestra ciudad la demanda por alimentos es una de las más solicitadas anualmente. Con el inicio de la pandemia, muchos de los alimentantes perdieron o abandonaron sus trabajos formales, lo que agravó el cobro alimentario correspondiente. Marianela Pierobon, abogada especialista en derechos de familia y co-coordinadora del Programa de Género y Sexualidades de UNR Derecho, comentó a Reveladas: “Una vez que se acuerda la fijación de la cuota alimentaria (de manera provisoria) el cobro de la misma está garantizada, pero después deviene la segunda parte que es el cumplimiento de la misma, como lograr que este cobro sea eficaz».
En los casos en donde se ha podido llegar a un convenio alimentario de ambas partes, la Jurisprudencia de la Provincia de Santa Fe establece retener, en el caso de las familias con dos hijes, el 30 por ciento de los ingresos registrados del alimentante. En los casos en donde los alimentantes incumplen el pago de tres cuotas consecutivas o cinco cuotas en el lapso de un año, a través de una orden judicial se puede solicitar que se inscriba a la persona al Registro Provincial de Deudores Alimentarios Morosos (Ley Provincial nº11945).
Pierobon destacó que, en tiempos de pandemia, dichos acuerdos se han podido sobrellevar repactando la cuota o bien intentando equiparar, en menor medida, las tareas de cuidado; en los casos en donde el alimentante no está registrado o es reticente a la hora de cumplir con la cuota alimentaria, debido al periodo inflacionario que tiene recurrencia en nuestro país, se fija un porcentaje del Salario Mínimo Vital y Móvil que se va renovando y actualizando según la inflación en las mesas de salarios pactadas por el gobierno.
Desde el año 2015 el Código Civil y Comercial argentino reconoce en el artículo 660 que las tareas de cuidado tienen un valor económico y constituyen un aporte a la manutención. Si bien el reglamento debe cumplirse, cuesta que la Justicia advierta y aplique esto para fijar el monto de la cuota en las demandas alimentarias. Respecto a ello, la letrada opinó: “Al momento de la sentencia, no se mira cuánto tiempo en la semana lo tiene el padre a les niñes y si se encargan de sus actividades escolares y extraescolares. El cuidado no es ‘sacarlo’ solo los fines de semana, el cuidado es lo cotidiano y no se mira de cuánto de eso se encargan las mujeres.”
Repetidamente algunos se siguen preguntando dónde está la mamá, como si fuera el único sostén del cuidado y del ideal de hogar de les niñes. Pensar que un niño, niña y adolescente está protegido porque tiene a la madre es una muestra más del lugar donde han puesto a las mujeres, aquellas que todo lo pueden, planteado desde una perspectiva en donde no existe posibilidad de paridad de responsabilidad entre les progenitores. Visualizar esta problemática y empezar a entender que representa un incumplimiento de los derechos de les niñes y adolescentes y es una de las tantas maneras de violentar a una mujer, desmitificaría la culpa y permitiría hacer algo al respecto.