Una novela de aventuras en clave feminista

Una novela de aventuras en clave feminista

Las aventuras de la China Iron (Literatura Random House, 2017) es un libro en muchos libros. Premiada y aclamada por la crítica, la novela de Gabriela Cabezón Cámara nos invita a entrar en el mundo de la China como en un caleidoscopio: por un lado, la obra dialoga con el Martín Fierro, reelaborando el género gauchesco para incluir la voz de la mujer. Por otro lado, incluye esa voz desde las disidencias, lo que permite pensar a la obra desde una lectura feminista con perspectiva LGTB. Y es también una novela de viajes por la Argentina del siglo XIX, en donde las protagonistas y el mismo paisaje se transforman a medida que atraviesan el camino. Lo mismo sucede al leer a la autora: quienes entran en su universo, difícilmente salen iguales.

Repensar el canon

Cuando José Hernández escribe el Martín Fierro le da voz a una figura representativa del campo argentino. Escribe sobre el gaucho, sobre sus penas e injusticias. Fierro va a pelear a la frontera, obligado por el gobierno, y cuando vuelve descubre que de su casa no quedó nada. Sus hijos se fueron a trabajar lejos y su mujer se fue con otro. El poema épico nacional se repitió por años con esa misma lógica: contar el lamento del gaucho. ¿Pero qué pasa con su china? ¿Dónde está la voz de la mujer en esta historia? ¿Alguien la cuenta? Gabriela Cabezón Cámara (San Isidro, 1968) se preguntó eso mismo y decidió escribir sobre la China “Iron”, mujer de Fierro, quien se convierte en protagonista de esta novela. Ella es ahora una china que escapa de la vida de explotación, conoce a una inglesa que le enseña sobre sexo, tradiciones y rituales completamente nuevos, y juntas viajan por la pampa y el litoral. 

Resulta interesante cómo Las aventuras de la China Iron rompe con el rol pasivo de la mujer en la gauchesca: antes, cuando aparecía —si es que lo hacía— siempre era una cautiva capturada por indígenas. “La literatura no es el jardín de unos burgueses blancos, varones y heterosexuales, sino que debería ser el gran vergel de todos”. Así se expresó Cabezón Cámara en una entrevista con Infobae, y así lo muestra en su novela.

Es que la autora, creadora también de La virgen Cabeza, Romance de la negra rubia y Le viste la cara a Dios, entre otros títulos, inventa un mundo que va más allá de darle voz a la mujer en la gauchesca. En la historia de la china, como señala Cabezón Cámara, hay espacio para todas las disidencias. Hacia el final del viaje, la protagonista llega a un paraíso en donde la libertad y el goce se imponen sobre las leyes hegemónicas del orden social, que ahí ya no existe. Así, vemos a un Fierro queer —alerta spoiler— en pareja con su amigo Cruz, y a una comunidad entera viviendo el sexo ,el amor y la lujuria como cada unx quiere.

¿Falta algo más para reversionar y modernizar la obra de Hernández? Sí, incluir al propio autor, que en esta novela aparece como personaje para hacer uso, ya no de la voz del gaucho, sino de sus cuerpos. Hernández es, ahora, un explotador de hombres de campo, un letrado que marca su superioridad cultural, lo que permite leer por lo bajo, y no tanto, una crítica a la apropiación del gaucho por parte del poeta.

La literatura como viaje

Como adelantamos, Las aventuras de la China Iron va mucho más allá del género gauchesco. La novela, finalista del International Booker Prize 2020, cautivó al público nacional y extranjero también por su humor, su experimentación con el lenguaje y el roce entre parodia y absurdo que por momentos envuelve a la historia.

Cabezón Cámara logra un lenguaje único. Incluye algunos términos del inglés, mapuche y quechua; toma versos de Hernández y los reinventa; crea una prosa ligera, rítmica e ingeniosa; logrando así una mezcla entre lo culto y lo desfachatado que impacta por lo novedoso.

Su lenguaje es un viaje en sí mismo, porque se transforma constantemente a lo largo de la novela, y eso mismo sucede con la China Iron. La protagonista realiza un viaje de exploración por el desierto pampeano hasta llegar al litoral guaraní. Andando en carruaje y acompañada de una inglesa por esa ruta casi vacía, las imágenes recuerdan a una típica road movie del Lejano Oeste. Y como todo viaje, resulta revelador.

Tal como lo dice su título, la novela es realmente una aventura, y sin dudas feminista, transgresora y original.

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