Sandra Cabrera vive en cada trabajadora organizada

Sandra Cabrera vive en cada trabajadora organizada

Es 27 de enero en Rosario y como cada misma fecha desde hace 17 años, el reclamo de justicia por Sandra Cabrera se plasma en homenajes y marchas por la ciudad en la que trabajó, se organizó junto a sus compañeras y en la que la asesinaron por no callar.

En la memoria feminista por la lucha de derechos, el nombre de Sandra Cabrera se inscribe como parte de aquellas que dieron hasta su propia vida por causas colectivas, y sus reivindicaciones y acciones lejos de desaparecer siguen vigentes en sus compañeras que levantan sus banderas por vidas dignas para lxs trabajadorxs.

Quienes la conocieron, quienes trabajaron con ella y fueron parte de su impulso en la organización gremial del Sindicato de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) dentro de la Central de Trabajadores Autónomos (CTA) la recuerdan por su actitud decidida para recorrer los lugares de trabajo, preocuparse por los cuidados de sus compañeras, reclamar ante las repetidas detenciones ilegales, militar la necesidad de organizarse, y denunciar el entramado de corrupción policial que las hostigaba para favorecer intereses de privados vinculados a la trata y explotación.

Sandra fue asesinada el 27 de enero de 2004, esperaba viajar al día siguiente a Córdoba para descansar unos días, pero un tiro en la nuca acabó con su vida y dejó sin madre a Macarena de por entonces 8 años.

“Esa noche le sacaron la custodia policial que tenía, la nena –su hija- estaba afuera, fue la noche ideal para que los asesinos que la mataron hicieran lo que tenían que hacer”, dice con dolor y bronca Miryam Auyeros, compañera de Cabrera y actual secretaria general de AMMAR en Rosario. La trabajadora que se acercó al sindicato por insistencia de Sandra de sumarse a las reuniones del espacio, asegura que “si bien pensaron que nos iban a matar a todas, nosotras seguimos pidiendo justicia por Sandra que denunciada los códigos que nos penalizaban”.

En cuanto a la causa judicial, hubo un único imputado por el asesinato, el subjefe de la División de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, Diego Parvluczyk, que fue sobreseído en el año 2007. Según se detalla en el informe Sandra cabrera: la impunidad que mata, publicado en el medio local Boletín enREDando en 2015, “Se cuentan diez –denuncias contra la policía- entre 1999 y 2002, y la mayoría de ellas la tienen como víctima o denunciante de agresiones y amenazas recibidas por ella o alguna compañera. En septiembre de 2003 apuntó a los jefes de la División de Moralidad Pública de la Policía de la provincia por recibir coimas por parte de prostíbulos de la zona de la Terminal de Ómnibus a fin de que retiraran de la calle a trabajadoras sexuales que pudieran ser competencia”.

“Sandra denunció a Moralidad Pública y la complicidad policial para intentar despejar a las trabajadoras sexuales callejeras de la zona de la Terminal y darle impunidad al funcionamiento de los cabarets donde se explotaba sexualmente a niñxs”, señala Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR nacional en el acto homenaje por los 17 años del femicidio.

Al tiempo que recuerda, “Sandra transitó estas calles con una moto y su hija a cuestas repartiendo preservativos, informando a las compañeras sobre sus derechos, haciendo asambleas, porque tenía la conciencia de que con la lucha sindical y colectiva podíamos cambiar nuestra realidad, caminar tranquilas y volver a nuestras casas. Acá la mataron y acá nació la leyenda de una historia que marcó un antes y un después en la lucha de las trabajadoras sexuales”.

En este nuevo aniversario sus compañeras meretrices junto a organizaciones feministas, sociales y sindicales de la ciudad participaron por la mañana de un homenaje en el Cementerio La Piedad y por la tarde realizaron un recorrido llamado “Postas clandestinas: camino del trabajo sexual” por la zona de la Terminal de Ómnibus donde trabajaba Sandra y donde inició su lucha gremial, pasaron por la esquina donde la asesinaron y finalizaron con un acto en la plaza que lleva su nombre exigiendo justicia ante el crimen impune, al tiempo que reivindicaron la lucha por derechos laborales para las trabajadoras sexuales.

“Sandra nos ha dejado el legado para organizarnos, dejó su vida por nuestra causa y por denunciar los lugares donde funcionaba la trata de personas con menores de edad. Nuestra forma de recordarla es seguir construyendo colectivamente y exigir a los Estados políticas públicas concretas ante las necesidades básicas que tenemos. En pandemia repartimos alimentos, abrigos, y todo lo necesario para nuestras compañeras que no tienen nada porque no se nos reconoce como trabajadoras”, dijo Gabriela Hemela, secretaria adjunta de AMMAR Rosario.

En ese sentido, la entrevistada agregó “hoy seguimos abriendo debates en todos los espacios posibles, queremos que se escuche la voz a las putas para hablar por nosotras mismas. Sandra ha sido una revolucionaria que la llevamos en el corazón todas las putas de Santa Fe y la Argentina”.

Sobre la memoria viva de esta trabajadora y dirigente gremial, Orellano enfatizó: “La mataron pero su memoria está más viva que nunca, quisieron aleccionarnos y decirnos que tenemos que callarnos porque el resto que abría la boca y denunciaba iba a terminar como ella. Ante eso, la valentía de sus compañeras Myriam, Perla, Gabriela, Claudia y muchas otras que siguieron sosteniendo su lucha permitió que hoy AMMAR Rosario esté organizada y que a nivel nacional las putas luchemos porque nuestro trabajo sea reconocido como tal, por tener obra social, jubilación, por tener políticas públicas, y que se deroguen las normativas punitivas vigentes”.

Y cerró: “Acompañar a Sandra es estar del lado de las trabajadoras sexuales, pedir justicia por Sandra es pedir justicia por todas las compañeras asesinadas a manos de la policía, alzar la bandera de Sandra es estar a favor de la organización sindical, y gritar Sandra Cabrera presente es ponerle fin a nuestro pasado, que el calabozo no es un lugar que queremos seguir recorriendo, queremos habitar todos los espacios sin ser señaladas, y algún día poder colgar la tanga e irnos de la esquina cuidadas, con derechos, que nadie nos trabaje la vergüenza, somos trabajadores sexuales con orgullo, que viva Sandra, que vivan todas las putas”.

“Sandra Cabera presente, ahora y siempre”, resonó con fuerza al caer la tarde en la plaza que lleva su nombre.

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