Red de Mujeres del Sur: el feminismo que pone en jaque al machismo en las barriadas

Red de Mujeres del Sur: el feminismo que pone en jaque al machismo en las barriadas

Hace más de 15 años nació en la zona sur de la ciudad un espacio que posibilita a muchas vecinas la puesta en palabras de diversas violencias a las que nos encontramos históricamente sometidas las mujeres en las barriadas rosarinas. En una época en la que hablar de violencia de género no era habitual y generaba resistencia, un grupo de interesadas en la problemática logró, a través del Presupuesto Participativo 2003, hacerle lugar a la temática mediante el dictado de una serie de talleres referidos a la prevención y sensibilización, incluyendo derechos sexuales y reproductivos. 

Como corolario de dos años de fructífero esfuerzo y ante la importante aceptación y convocatoria que tuvo la propuesta anclada en el Centro Municipal de Distrito (CMD) Sur “Rosa Ziperovich”, algunas voluntarias decidieron darle continuidad al trabajo y conformarse como una red que ampliara el campo de trabajo: la Red de Mujeres del Sur.

“Nos sentíamos muy comprometidas por la temática, que estaba muy silenciada por aquellas épocas. Estamos hablando del 2004 y 2005, años en los que no se escuchaba hablar como hoy de la violencia de género, que era algo que la gente normalizaba y tenía miedo de mencionarlo. Entonces algunas mujeres nos empezamos a juntar, de a poquito nos fuimos armando, y ¡éramos muchas!”, relata Mónica Sosa, integrante de la Red desde sus inicios y una de las referentas del espacio.

Es así que, finalizados los talleres, el interés de las participantes las llevó a organizar reuniones en otros espacios para sostener los encuentros. “Por la situación económica no podíamos estar siempre en un bar. Entonces decidimos dirigirnos al director del CMD Sur de aquel momento para pedirle un lugar. Se luchó mucho, hubo contratiempos, pero finalmente nos dieron el permiso para que pudiéramos tener nuestras reuniones y nuestro espacio físico dentro del Distrito”, recuerda en diálogo con Reveladas.

A través de los años y gracias el trabajo sostenido de manera voluntaria por las integrantes de la Red, las reuniones de los miércoles por la tarde en el Distrito Sur se transformaron en una referencia para las mujeres de la zona. Folletos y cartelerías expuestas en distintas instituciones de los barrios informaban a las vecinas: “No estás sola. Tenemos derecho a vivir una vida sin violencia”. El mensaje no pasaba desapercibido y era receptado por muchas interesadas que luego se acercaban a las reuniones, o bien se lo sugerían a conocidas que estuvieran atravesando alguna situación de violencia. De ello da cuenta Mónica, quien detalla: “La mayoría se sumaba porque tenía una problemática y después le gustaba el tema de la participación y nos acompañaban a los barrios”.

Trabajo en territorio

Entre las principales características de la organización está su acercamiento al territorio: “Nuestra tarea es ir al barrio, dar talleres, hacer sensibilización y concientización, y mostrarles a las vecinas las herramientas que tenemos en la ciudad, para la defensa, para la atención”. De esta manera lo cuenta Marisa Muñoz, otra de las referentes de la Red, quien explica que la importancia de llegar a esos lugares es que aquellas mujeres que no cuentan con las posibilidades de irse, “porque esa es su casa y ahí formó su vida, su espacio”, sepan a quién llamar cuando lo necesiten, “o pueda contar con recursos para, en algún momento, llegar a decirle basta al violento”.  

Sin embargo, el proceso de acercamiento a los territorios no fue una tarea sencilla. “Las mujeres siempre nos esperaban con mucho cariño, con el mate, con las tortas fritas, siempre fuimos muy bien recibidas, pero en las convocatorias no nos nombraban directamente al grupo ni a las propuestas sobre hablar de nuestro derechos y la violencia. El miedo a que se enterara un marido era fuerte y tenía sentido ya que hemos hecho reuniones con tipos en la puerta”, relata.

Mónica refuerza ese recuerdo y agrega: “Nosotras íbamos al barrio Molino Blanco cuando no estaba todavía abierto por el Plan Hábitat, y estaban los tipos en las motos o en las bicicletas esperando que las chicas salgan de sus reuniones. Ellas iban con lxs hijxs y los tipos las esperaban en la puerta”. Si bien ese contexto a veces impedía que una mujer pudiera exponer su problemática, señala que “algo quedaba igual, algo les hacía ruido, y muchas veces a la semana o a los 15 días aparecían en el Distrito, y por ello nos servía tener nuestro espacio. Así íbamos sumando mujeres, siempre con la lucha de la prevención de la violencia”.

Acompañar en la pandemia

Si bien las medidas de aislamiento y distanciamiento social impuestas ante la pandemia por Covid-19 interrumpieron las actividades presenciales de la Red, la demanda de mujeres solicitando asistencia ante casos de violencia no cesó ni disminuyó. “No tenemos un día sin un caso, o alguien que nos comente, que nos diga le voy a dar tu teléfono a tal persona”, asegura Marisa.

Respecto al complejo escenario, la referenta señala: “Hoy ocurren un montón de cosas. No hay un mango, las pibas no laburan, los planes funcionan mal, hay un montón de comedores. Está pasando algo en los barrios que es una lectura bastante violenta”. En esta línea, subraya las dificultades que deben enfrentar las vecinas frente al cierre de las oficinas de atención y la falta de recursos: “Hoy en pandemia si no tenés mail, si no tenés crédito en tu teléfono no podés hacer una denuncia. No puede ser que en los días sin transporte público no funcionara el Centro Territorial de Denuncia”.

Es por ello que la Red, junto a otras organizaciones, está solicitando que la línea del Teléfono Verde (0800 444 0420) sea gratuita, “porque no todas las mujeres tienen crédito para llamar”. “Nosotras dos tenemos teléfono fijo entonces por ahí nos dicen para que llamemos, así estamos funcionando, lo hacemos todos los días. Si bien funciona el Wathsapp de la línea Verde (341 5781509), a veces ante la emergencia se necesita un contacto más rápido”, recalca la entrevistada. 

Parte del feminismo de la ciudad

Al reflexionar sobre las dificultades superadas y los logros alcanzados, Marisa analiza: “Hoy ir al barrio y decir vamos a hablar de los derechos de las mujeres es emocionante, porque antes no lo podíamos hacer, estábamos escondidas, hoy podemos entrar al barrio y en todos lados somos bienvenidas. Hemos avanzado un montón”. En este sentido, Mónica agrega: “El reconocimiento nos lo ganamos capacitándonos, a veces discutiendo, porque el de arriba quizás tiene un sueldo pero no va al Molino Blanco a pisar barro y a soportar situaciones amenazantes con maridos esperando detrás del alambrado en la moto”.

Reconociendo el valor de su trabajo voluntario durante más de 15 años en los territorios del sur de la ciudad, las entrevistadas no dejan de mencionar con cierto pesar la promesa siempre incumplida de “institucionalizar la organización”. Sin embargo, no dejan de remarcar con firmeza la importancia de su trayectoria: “Somos parte de la historia del feminismo rosarino, del acompañamiento en el sur de la ciudad”.

Desde ese lugar, Marisa cierra: “Hoy tener una Secretaría de Género, un Ministerio de Género y Diversidad, oficinas de género y diferentes espacios, es gracias a la militancia feminista, gracias a todas las mujeres que salimos a gritar, que luchamos, y también, lamentablemente, por todas las muertes por femicidio. Entonces las autoridades deben accionar acorde a eso, y escuchar a las organizaciones, porque seguimos llevando la voz de un montón de mujeres que hoy no pueden hablar”.

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