Por qué leer La hija oscura

Por qué leer La hija oscura

Primero, veo la película, en parte porque es furor en Netflix y en parte porque me gusta mucho la actriz, Olivia Colman. Es pandemia y es un día en el que no quiero pensar, y sin embargo, la historia me atrapa, me conmueve y me deja recalculando sobre varios temas. No me lo esperaba. La película me fa-sci-na. Como siempre hago, leo algunas reseñas: que aburre, que está genial, que no se entiende. Y porque parece que no se entiende, leo las preguntas más buscadas: ¿Quién es la autora Elena Ferrante y por qué usa seudónimo? ¿Qué significa la muñeca? ¿Qué quiso decir el final? Incluso veo que hay un artículo que analiza exclusivamente el significado de las naranjas que se reiteran en escena. Hay un aire a misterio.

Segundo, recomiendo la película y salgo a buscar el libro. Con la misma sensación que me generó en su momento el film La Ciénaga, de Lucrecia Martel, me queda el clima de la historia pegada al cuerpo. Un hastío, una molestia, la sensación de agobio y a la vez, de que nada pasa. Con ese clima como banda sonora, empiezo a leer, y ahora sí, empieza esta reseña.

Hacia el final del primer capítulo Ferrante escribe: “Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismos no llegamos a comprender”. La portada de La hija oscura (Lumen, 2018) parece hablar de esa misma confusión: una foto en blanco y negro de una mujer tapándose los ojos. El juego de luces y sombras en su rostro no deja claro si está descansando, tomando sol o si no quiere ser vista. ¿Se escapa de algo o disfruta?

Así me adentro en Leda, la protagonista de la novela, mujer que parece rodearse de esas mismas preguntas. Ella es una profesora de literatura que decide pasar el verano en una playa del mar Jónico mientras sus hijas, ya grandes, están en Canadá con su ex marido. Leda tiene sus libros, una casa cerquita del mar y está sola. Se la nota tranquila en sus primeros días, hasta que llegan a la playa unos napolitanos ruidosos que despiertan su interés. En especial, se obsesiona mirando a una niña con su muñeca.

Sí, esta es otra historia sobre madres, pero no, no es otro cliché. Leda es un personaje complejo por su ambigüedad, y por lo tanto, honesto, real. Ferrante logra algo que me encanta, porque me hace odiar a la protagonista y a la vez empatizar con ella. Leda es caprichosa, cruel, libre en su goce, pero también esclava en su rol de madre, culposa, imprevisible, perversa y visceral. Como mujer, la entiendo y la repelo, y así me uno a su contradicción.

En uno de esos días de playa, Leda encuentra una muñeca perdida, pero no la devuelve a Elena, su dueña. “Me la llevé al pecho. Cuántas cosas desperdiciadas, perdidas, tenía a mi espalda, y sin embargo presentes, ahora, en un vértigo de imágenes. Sentí nítidamente el deseo de no devolver a Nani, aunque advertía el remordimiento, el miedo de tenerla conmigo. La besé en la cara, en la boca, la abracé fuerte, como había visto hacer a Elena. Emitió un gorgoteo que me pareció una frase hostil y lanzó un chorro de saliva oscura que me ensució los labios y la camiseta”. Así siente la protagonista, quien luego irá contando su pasado, tal vez en un intento de entenderse a sí misma.

Evitando los spoilers, diré que la novela aborda los mandatos sociales, la vida profesional de las madres, la independencia —o no— de las mujeres de mediana edad. Con un tono intimista y sutil, Ferrante toma los símbolos para hacerlos jugar con les lectores. Las naranjas que se pudren y las que se pelan en forma de serpentina, el alfiler de un sombrero, una muñeca, las olas del mar, todos son símbolos que se desdoblan, que dicen más de una cosa.

Verán que no escribí casi nada sobre la escritora, y es que de Elena Ferrante se sabe muy poco: que usa seudónimo, que nació en Nápoles en 1943 y que es la autora de la saga Dos amigas, tetralogía éxito a nivel mundial. “Descubrir la personalidad de quien escribe a través de las historias que propone, de sus personajes, de los objetos y paisajes que describe, del tono de su escritura, no es ni más ni menos que un buen modo de leer”. Así defendió Ferrante su anonimato, esperando que sus libros hablen por ella.

Yo termino de leer La hija oscura y me pongo a escribir esta reseña, con el mismo clima de agobio que me generó el film. ¿Cuántos mandatos cargamos las mujeres? ¿Cómo es vivir entre la lucidez y la locura? ¿Me gustó el final de la novela? ¿Cuánto saldrá la saga Dos amigas que me estoy por ir a comprar?

COMPARTIR:

NOTAS RECIENTES

RECIBÍ NUESTROS NEWSLETTERS

Suscribíte, sin costo, y recibí en tu correo las notas, crónicas, investigaciones y coberturas destacadas del medio.

COMUNIDAD REVELADAS

Sé parte de la Comunidad Reveladas ¡Asociate y ayudá a sostener un medio feminista y autogestivo!

Queremos construir otra comunicación para otros mundos y sabemos que sólo es posible si lo hacemos entre todxs.

Al ser parte de nuestra Comunidad podrás acceder a todas nuestras producciones periodísticas, a beneficios en talleres y cursos.

¡Te necesitamos, asociate! Lee periodismo local, sostenido por sus trabajadoras.