Luz, cámara ¿y nosotras?

Luz, cámara ¿y nosotras?

El cine como parte del entramado socio-cultural incide en la creación de imaginarios sobre lo que somos o debemos ser y lo que es o debe ser el mundo. Este imaginario se puede proyectar en las formas en que pensamos y armamos nuestras vidas y en las que nos basamos para relacionarnos. Es por ello que vale preguntarse: ¿Qué mujeres y disidencias muestra el cine? ¿Cuáles omite? ¿Cuáles son los estereotipos que impulsa? ¿Qué papel juega el amor romántico en las producciones audiovisuales? ¿Cuántas mujeres hay detrás de cámara y cuántas estudian la carrera de cine?

Según el estudio “Representaciones de género en el cine argentino. Un análisis de los personajes femeninos en las películas argentinas más vistas” realizado por la ONG Un Pastiche, en el que se analizaron las diez películas argentinas aptas para menores de 13 años más vistas y estrenadas entre enero de 2010 y mayo de 2013, el 90 por ciento de las producciones tienen protagonistas masculinos, mientras que sólo el 30 por ciento posee protagonistas femeninas. Las mujeres aparecen 15 veces más que los hombres con vestimenta “sexy” y 3 veces más en desnudos parciales o totales. Por otro lado, los personajes femeninos aparecen 2 veces más representados como madres que los masculinos como padres.

Para reflexionar sobre los interrogantes mencionados, charlamos con María Langhi, directora, productora y docente audiovisual feminista. “Las mujeres siempre tenemos algo que decir diferente a lo establecido”, dijo contundente la entrevistada.

¿Quiénes hacen cine?

El amor romántico en el cine impone los ideales del matrimonio monogámico como única opción, impulsa el lenguaje de los celos y muchas veces justifica la violencia en nombre del amor, es una de las aristas por las que se entrama el sistema patriarcal que tanto nos oprime. Las historias están condicionadas con premisas machistas como -por ejemplo- la concepción de “media naranja”, por la que se fomenta la idea de que necesitamos de otra persona para completarnos o realizarnos. María del Mar Marrón, escritora, cofundadora de la organización no gubernamental argentina Red de Mujeres, dice: “El amor romántico es la cereza sobre la torta de sumisión que se nos enseña a las mujeres: que el amor es sufrido, que duele y que se trata de soportar y tolerar, porque el amor todo lo puede”.

En relación a esto Langhi afirma: “El amor romántico en el cine lo plantearon los hombres que son los que escriben, producen y dirigen, o sea las tres cabezas principales de una película. Me parece que la gran pregunta que hay que hacerse en lo audiovisual es cuál es la visibilidad que tenemos las mujeres porque siempre ha habido mujeres que han hecho películas y hablado del amor y no desde ese lugar que los hombres y el patriarcado quisieron imponer como relato. En el cine realizado por mujeres el amor está visto desde otro lugar”.

En el contexto actual, “se dan situaciones como la película Crímenes de Familia, que es divina y la aplaudo, pero son dirigidas, escritas y producidas por hombres con nuestras banderas, las banderas del colectivo de mujeres. Considero que si realmente les interesara incluirnos deberían llamar a mujeres para codirigir, para coguionar y coproducir porque si no, solo se muestra a mujeres que son madres abnegadas, que son los roles que nos siguen imponiendo. Nos siguen narrando desde el cristal con el que ellos nos miran y eso es lo que hay que revertir y para eso nos tienen que dejar narrarnos”, denunció Langhi.

Hay una construcción conceptual de metáforas y valores que son el mapa de sustento del sistema patriarcal como explica Gerda Lerner en su libro La creación del patriarcado: “Las funciones y la conducta que se consideraba que eran las apropiadas a cada sexo venían expresadas en los valores, las costumbres, las leyes y los papeles sociales. También se hallaban representadas, y esto es muy importante, en las principales metáforas que entraron a formar parte de la construcción cultural y el sistema explicativo”. Podemos decir que el cine viene a proyectar las relaciones dadas en la base de la sociedad en la cual cada persona debe responder a ciertos mandatos asignados a su sexo biológico.

Según un estudio del Observatorio de la Industria Audiovisual Argentina un 61 por ciento de lxs egresadxs de las carreras de Artes Audiovisuales son mujeres y solo el 39 por ciento son varones, pero en el campo laboral las cifras se revierten ya que por ejemplo en el 2018 un 68 por ciento de los proyectos de dirección fueron presentados por hombres, mientras que dirigidos por mujeres solo un 12 por ciento (el 20 por ciento restante no fueron declarados).

Otras voces, otras historias

Las organizaciones de mujeres y disidencias históricamente han reclamado por los espacios que se les otorgaba en el cine. Se establecía que solo podían ocuparse del maquillaje y el vestuario o bien actuar los papeles secundarios de una película. Por otro lado, para ocupar los lugares de poder en el cine, se debía contar con cierto nivel adquisitivo o apoyo económico ya que las producciones siempre conllevaron una importante suma de dinero.

Langhi comenta al respecto: “Desde el Instituto Nacional de Cine se está peleando por la paridad en la conformación de los comités, para que las películas apunten a achicar esa brecha de género, visibilizar la producción que existe y si no hay que empiece a generarse, porque entonces lo que estamos mostrando es el problema: ‘que no hay mujeres que filmen’ pero porque no hay un Estado que las reconozca y subvencione para que hablen de sus propios problemas, para que puedan generar otro tipo de mensajes en las pantallas”.

Además, dijo: “El gran y verdadero trabajo que tiene que emprender toda la comunidad del cine es hacer lugar para que los colectivos minoritarios se puedan expresar. Las mujeres somos fundamentales en el cine y hace 100 años que no están relegando. Creo que hay que pedirles a los compañeros que si realmente tienen una postura feminista, den lugar a la cuarta ola feminista en el cine. El lugar que nos correspondió siempre y que siempre nos ha sido vedado por ellos”.

En el marco de las acciones colectivas para fomentar la participación de mujeres y disidencias en el cine se va a desarrollar la primera Clínica de Proyectos Audiovisuales Feministas, realizado por y para trabajadoras del cine nacional y federal. El objetivo será el desarrollo de talleres para dar un espacio para poder aprender los diferentes elementos y herramientas que componen las carpetas de presentación de un proyecto audiovisual.

Rosaria es la primera productora audiovisual feminista de Rosario, de la cual María Langhi forma parte. La misma trabaja desde el 2013 con perspectiva de género y a favor de la erradicación de todas las formas de violencias contra las mujeres y disidencias. Realiza proyectos audiovisuales y acompaña en las distintas etapas de la producción a guionistas y directoras, tanto del género de ficción como documental.

Según el informe ya citado sobre las representaciones en el cine nacional, las personas cuya identidad de género u orientación sexual no se inscribe en los parámetros heteronormativos están sub-representadas en el cine argentino: solamente 1 por ciento de los personajes femeninos y 2,3 por ciento de los masculinos aparece como expresamente homosexual, y se muestra a una sola mujer transgénero, interpretada por un actor varón.

Langhi evalúa sobre ello: “Para poder construir redes tenemos que saber que la revolución es con todos los colectivos que no han tenido ni tienen voz en las estructurales patriarcales. Es un trabajo complejo el que hay que hacer, abrir la puerta para lxs que nunca han tenido voz, y en este sentido hay que hacer un trabajo de búsqueda y visibilización de esas voces”.

Imagen portada Luisina de Santiago (@lula.desan)

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