Las polémicas propuestas de una ley que parecería arrasar con la actual Ley de Contrato de Trabajo, entre otras, trae consigo diversas modificaciones que perjudican notablemente el lugar de las y los trabajadores. Casi como una obviedad, las personas gestantes también sufrirán perjuicios, sobre todo en torno a la díada que conforman con su bebé. ¿Qué sucedería con las licencias por maternidad en caso de aprobarse?
En diálogo con Reveladas, Sofía Torregiani, abogada egresada por la UNR y especialista en Derecho Empresario y Derecho del Trabajo, indicó: “Actualmente está vigente la Ley de Contrato de Trabajo que es la norma madre del Derecho Laboral. Allí dentro, uno de los puntos regulados es el de la Licencia por Maternidad”.
A fines de 2023 surgió el conocido “mega DNU”, formalmente publicado en el Boletín Oficial como Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23 impulsado por el actual Gobierno Nacional. “Si bien no están vigentes todas sus partes, porque muchas de ellas fueron declarándose inaplicables o inconstitucionales jurisprudencialmente, otra gran parte sí es válida a partir de su publicación en el Boletín”, explicó. Una de las partes más resonantes tuvo que ver con la Reforma Laboral que, tras no ser completamente aprobada, fue nuevamente propuesta en el proyecto Ley Bases que obtuvo dictamen recientemente para ser tratada en el Senado luego de su aprobación en abril pasado.
Licencia por Maternidad ¿cuánto?, ¿cuándo? y ¿cómo?
La Licencia por Maternidad no cuenta con modificaciones respecto de lo escrito en el DNU, pero sí, en ambos casos, existe una diferencia con la actual Ley de Contrato de Trabajo. Esta diferencia radica en los plazos y en la forma de abordarlos.
“La Ley de Contrato de Trabajo original establece que el personal femenino no puede trabajar por 45 días antes del parto y 45 días después. Es decir, es una licencia por 90 días”, explicó la abogada. Y profundizó: “La persona gestante puede optar porque se reduzca la licencia anterior al parto pero, en ese caso, no puede ser inferior a 30 días. Entonces, el resto del período de la licencia se acumula posterior al parto”.
El actual Gobierno “viene a modificar los plazos”. En este aspecto, Torregiani explicó que la licencia sigue siendo de 90 días: “Es, en principio, de 45 días antes y 45 días después del parto, pero se puede reducir la licencia anterior aunque, en vez de ser un período que no puede ser inferior a 30 días, ahora es a 10 días. Es decir, yo puedo trabajar hasta 10 días antes de parir”.
El temor surge en torno a que, si bien desde la ley se dice que la forma de escoger los días está dispuesto por la persona interesada, en este caso la persona gestante, lo cierto es que la Ley Bases pronuncia tantas cuestiones en contra de las y los trabajadores y sus derechos que es posible que se permita obligar a que las licencias sean tomadas de una u otra forma: “Podemos pensar que esta posibilidad de achicar los plazos previos al parto no sea una decisión libre por parte de la persona embarazada, sino que la coaccionen a tomarse la licencia de esa forma”.
La falta de perspectiva feminista
Es innegable la falta de perspectiva feminista que atraviesa a toda La Libertad Avanza. Sin embargo, las licencias por maternidad anteceden a este gobierno que tampoco velará por su mejoría. “Yo creo, como una cuestión más personal, que la licencia tiene que ser más larga”, sostuvo Sofía, quien, además de abogada, también es mamá.
“Es muy poco tiempo 90 días, el bebé es muy chiquito, y una todavía no terminó de recuperarse. Después tenemos un período de excedencia que es hasta los 6 meses, pero son 3 meses sin goce de sueldo, entonces hay muchas mamás que no pueden darse el lujo de tomarse ese tipo de licencias”, amplió.
En este sentido, la psicóloga perinatal Lucía Brienza, reforzó: “90 días totales de licencia, más allá de algunos acuerdos gremiales particulares que pueden extender unos días, no son suficientes para el establecimiento, continuidad y prolongación de una lactancia materna exclusiva en caso de que la madre así lo desee”.
“Y es notoriamente más insuficiente aún si lo pensamos en relación a la salud mental materna y de la díada, ya que es imposible pensar sólo en la madre y no incluir a su hijx o hijxs. El puerperio emocional, tal como lo describe Esther Ramírez Matos, va mucho más allá de los supuestos 40 días que la antigua medicina consideraba como el período en el cual se desarrollaba el puerperio normal en términos biológicos. Se suponía que era el tiempo que le llevaba al cuerpo de la mujer volver lentamente a su lugar en términos fisiológicos, hormonales especialmente, y físicos”, ahondó.
En este aspecto, si las mujeres se toman una licencia de 30 días antes del parto y luego 60 días tras el nacimiento, es una cuestión fundada en este tipo de decisiones “en las que se creía que la madre debía guardar especial cuidado durante el último mes de embarazo y luego bastan dos meses para volver a la supuesta ‘normalidad’”. A su vez esto fue redundado en que las mujeres, salvo estricta indicación médica de reposo, intentan “estirar” la licencia pre-parto para luego poder pasar más tiempo con sus bebés. Son todas miradas que descuidan la gestación “en un período tan sensible como el último mes” y luego el post-parto con el bebé pequeño recién nacido.
La salud mental perinatal y su extrema vulnerabilidad
En línea con lo anteriormente mencionado, Brienza indicó que “dejar en manos de empleadores, que en ocasiones pueden menospreciar la salud mental de la mujer y de la díada, así como la salud física, a veces por intereses económicos y otras veces por mero desconocimiento, coloca una vez más a mujeres y personas gestantes en situaciones de extrema vulnerabilidad”.
De esta forma, se pueden desencadenar incluso cuadros de salud mental previamente inexistentes, como ansiedad o depresión, o profundizar rasgos de personalidad ya presentes desde antes de la gestación. “Quienes decidan de qué forma y cuándo debe tomarse la licencia una mujer embarazada, no deberían ser personas ajenas al conocimiento del funcionamiento de la salud mental y de los cambios neurocognitivos que produce un embarazo”, sentenció la profesional.
Y reforzó: “En lugar de tomar una realidad para mejorarla, como es en ocasiones el achicar la licencia pre-parto para extender la licencia post parto por las razones antes esgrimidas, e intentar regular esto a favor de la salud mental, sólo se logra avasallar derechos, perpetuar y profundizar la vulnerabilidad de la díada, y agrandar la brecha de la desigualdad de género. Pero, además, si tuvieran la mínima conciencia de lo que implica descuidar la gestación y el puerperio en términos de salud mental de la población a mediano plazo, seguramente deberían revisar este tipo de decisiones también”.
Citando a la reconocida chef Narda Lepes en una entrevista reciente, Brienza indicó que “es una falacia que las mujeres provoquemos más pérdidas económicas por embarazarnos y maternar, ya que hay muchas licencias de hombres que quedan invisibilizadas en un sistema patriarcal”. Por otra parte, al no cuidar ni la gestación ni el puerperio, “los problemas de salud mental pueden agravarse y significar más licencias y más largas por motivos de salud mental”.
En este sentido, destacó que “la depresión post-parto está creciendo a pasos acelerados en los últimos tiempos en Argentina y en el mundo ya que se le exige a la mujer una conciliación que el Estado no propicia y que exige además la misma productividad como si ese hijx no hubiera nacido”.
La posibilidad de dividir tareas
Por último y no menos importante, ambas profesionales hicieron gran hincapié en la importancia de considerar la división de tareas en aquellas parejas que devinieron madres y/o padres, a la vez que tomar en cuenta qué sucede en familias monoparentales o compuestas por personas de un mismo género, todas situaciones no contempladas en la actual Ley de Contrato de Trabajo ni en el DNU o Ley Bases.
“Es fundamental pensar en una Licencia por Paternidad. Al pensar en una pareja heterosexual, que el hombre pueda acompañar a su pareja en ese primer momento es fundamental, sobre todo en el primer mes del bebé. Acompañar básicamente en la división de tareas de cuidado”, sostuvo la experta legal.
En este sentido, Brienza amplió: “Son cambios que no son sólo para garantizar mayores derechos desde lo laboral, sino también para garantizar más y mejor salud mental a la díada. Que se prolonguen licencias de ambos miembros de la pareja, que se acoten horas de trabajo en la reincorporación, o incluso si es posible se facilite el trabajo remoto algunos días”.
Asimismo, facilitar el acceso a guarderías gratuitas o un subsidio para pagarlas, más flexibilidad en licencias por cuidado de hijos a cargo, poder adaptar las tareas a las gestaciones y así también a los puerperios: “Considero indispensable, en términos de salud mental, que la mujer pueda contar con mínimo un mes de licencia antes de la fecha probable de parto y seis meses posteriores al nacimiento, también como mínimo, a fin de garantizar el vínculo sano, la alimentación y la lactancia materna si la mujer o desea”.
“En definitiva, aun pensando en términos de supuesta productividad, sería lo opuesto a lo que se plantea hoy en este proyecto, dado que debido a los cambios cerebrales y cognitivos que implican la gestación y el puerperio, ninguna mujer está en su mayor capacidad productiva ni va a estarlo, y encima va a, posiblemente, descuidar a su bebé. Si queremos cuidar al mundo, tenemos que focalizar en la salud mental materna y de la diada, incluso cuando se piense en términos de productividad”, concluyó la psicóloga perinatal.
Mientras la Cámara Alta continúa debatiendo la posible aprobación de la Ley Bases, las personas gestantes o puérperas al igual que sus parejas -en caso de haberlas-, seguirán requiriendo una mayor ampliación de derechos. En pos de su salud mental, la salud integral de la díada y una mejor garantía de su propia productividad.
Imagen: @lascasildas