Las pibas de Malvinas

Las pibas de Malvinas

Por Carla Di Terlizzi *           

“¿Cómo es vivir en el olvido? Preguntale a las mujeres invisibles de la guerra…Que revivan las mujeres que la historia ha ocultado, que se salgan del costado y que se tomen de las manos”

“Ellas” (Homenaje a las Mujeres de Malvinas)

Evelina Sanzo – Flor Cocci

El 2 de abril de 1982 la dictadura militar argentina, con Galtieri a la cabeza, ocupa las Islas Malvinas, territorio argentino invadido por Inglaterra. Comienza así una de las historias más trágicas de nuestro país.

Lo que sucedió después ya lo sabemos: la guerra culminó el 14 de junio de 1982 con la capitulación de Argentina, y tanto el tiempo de vida que le quedó a la dictadura como los gobiernos inmediatamente posteriores se encargaron de “desmalvinizar” la historia y la sociedad argentina. Los ex combatientes han sufrido el destrato y el silenciamiento por parte de diferentes gobiernos. Y si los veteranos de guerra han pasado por esas situaciones, las mujeres que fueron parte de la guerra de Malvinas fueron silenciadas totalmente, durante la guerra y posteriormente: nadie les proporcionó asistencia médica o psicológica y también en muchos casos se les prohibió que pudieran hablar del tema (haciendo que firmen documentos y recibiendo amenazas). Como la ley argentina sostiene que para cumplir el rol de “veterano de guerra” la persona debió haber estado dentro del perímetro de las islas, las mujeres que participaron de la contienda no son consideradas dentro de esa categoría. Fue recién en el año 2012 que desde el Ministerio de Defensa de la Nación se les otorgó a algunas el reconocimiento correspondiente y se las filió históricamente con Manuela Pedraza y Juana Azurduy.

La importancia que ha tomado el movimiento feminista en los últimos años, nos convoca a recuperar el rol de las mujeres de la Historia que fueron silenciadas durante tantos años. En ese marco es sumamente importante rescatar del olvido y del silencio a aquellas mujeres que fueron parte fundamental de la guerra de Malvinas, nuestras veteranas de guerra.

En la mayor parte de los relatos históricos, las mujeres no aparecen como sujetos (salvo contadas excepciones) menos aún si pensamos en el colectivo LGBTIQ+. En las historias de guerras incorporar a sujetos por fuera de los varones es realmente impensado, sin embargo, desde tiempos remotos encontramos a las mujeres como partícipes activas de las mismas, más allá de su rol como madres, mujeres, hijas o hermanas de los soldados. Durante la Primera Guerra Mundial las mujeres ingresan formalmente en la retaguardia de los ejércitos como enfermeras, y en la Segunda Guerra Mundial lo hacen como parte de las Fuerzas Armadas.

Durante la guerra de Malvinas, una gran parte de las mujeres que participaron eran civiles que se ofrecieron como voluntarias. Algunas tenían entre 15 y 16 años y eran aspirantes a enfermería mientras cursaban sus estudios secundarios. Siempre hablamos de los pibes que tuvieron que dejar de jugar a la pelota y la escuela para ir a la guerra, es hora que también empecemos a hablar de las pibas. Quienes sí estudiaban enfermería o ya eran profesionales no pasaban los 30 años. Estas mujeres tuvieron un rol destacado como enfermeras, instrumentadoras quirúrgicas, radio operadoras. Se desempeñaron tanto en tierra como en mar, algunas en el Buque argentino Irizar, otras en el Hospital ambulante de Comodoro Rivadavia, en el Hospital Naval de Puerto Belgrano, en centros militares, y quienes pertenecían como enfermeras en las Fuerzas Aéreas desarrollaron su trabajo en los helicópteros. Ellas no sólo eran las encargadas de recibir a los heridos, sino que también en su rol de cuidadoras eran quienes atendían a los soldados conscriptos, y oficiaban de amigas, hermanas, madres, confidentes, generando un espacio de contención para quienes habían estado viviendo los horrores del campo de batalla y ahora se encontraban heridos, recibiendo por primera vez el contacto con una persona por fuera de la zona de conflicto. “Para las enfermeras la guerra nunca termina porque seguimos encontrando heridos, después de tres décadas, que nos recuerdan y nos siguen pidiendo ayuda” comenta el libro Mujeres Invisibles de Alicia Panero, que busca recuperar el rol de las mujeres de Malvinas (enfermeras, civiles, isleñas). En su libro nos cuenta como, por ejemplo, a las mujeres que se embarcaron en el Buque Hospital en un primer momento las aislaron porque estaba la creencia de que las mujeres a bordo traían mala suerte. También las mujeres que pertenecían a la Fuerza Aérea denuncian a través de su testimonio, en el libro, el acoso que recibían.

Si bien estas mujeres no estuvieron en zonas de combate, pudieron sentir los bombardeos, las explosiones de artillería y vivir las experiencias del campo de batalla a través de las heridas y los ojos de los combatientes.

Los años posteriores a la Guerra de Malvinas los ex combatientes no tuvieron el reconocimiento ni la contención merecida y necesaria, provocando en algunos casos el suicidio. Si pensamos en las mujeres de Malvinas esto se multiplicó, su participación, sus historias fueron silenciadas, al punto que ellas mismas han llegado a no contar su participación en la guerra. Las heridas de las pibas que fueron a la guerra también siguen abiertas, y es nuestra tarea como sociedad ayudar a sanarlas a partir del reconocimiento que se merecen.

*Profesora de Historia – Universidad Nacional de Rosario

(El presente artículo está basado en diferentes notas periodísticas y en el libro Mujeres Invisibles de Alicia Panero)

Foto gentileza Agencia AUNO

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