La Matria grande: la historia de Micaela Bastidas

La Matria grande: la historia de Micaela Bastidas

“Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos”

Por Carla Di Terlizzi *

La Historia ha sido muy injusta con Micaela Bastidas, a quien se la recuerda por ser la mujer de José Gabriel Condorcanqui, mejor conocido como Tupac Amaru II, y no se le ha reconocido el papel de estratega de las insurrecciones de 1780, tampoco su capacidad de mando y liderazgo. Es nuestra tarea acercarnos a la vida de Micaela y seguir las huellas de su lucha contra el dominio español, que fueron un antecedente en las luchas por la independencia de los años posteriores.

La explotación a la población indígena por parte de los españoles data desde principios de 1500 con la llegada de estos últimos a América. Las poblaciones nativas se vieron subyugadas al poder europeo a través de la mita, la encomienda, obrajes, repartimientos, los tributos que se tenían que pagar a la Corona Española. Ante esta situación, las sublevaciones por parte de la población indígena se volvieron frecuentes desde el comienzo, pero estas se acentuaron a partir del 1700 cuando desde la Corona Española se llevaron adelante una serie de reformas políticas, administrativas, económicas y militares, conocidas como Reformas Borbónicas, que significó que el territorio del Virreinato del Perú se dividiera creándose el Virreinato del Río de La Plata en 1776 (también se creó el Virreinato de Nueva Granada). Esto producía que la influencia que tenía el Virreinato del Perú en el territorio se viera disminuida, a eso debemos sumarle la carga impositiva a través del aumento de impuestos y la creación de otros nuevos que recaían mayormente sobre la población indígena. Este contexto hizo que la situación a finales de 1700 sea cada vez más tensa con un clima de agitación social en crecimiento, y es entonces allí cuando aparece la figura de Micaela Bastidas.

Micaela Bastidas Puyucahua nació en 1744 en el pueblo de Pampamarca de la provincia de Tinta, con su padre afrodescendiente y su madre indígena vivió en el seno de una familia muy pobre. Micaela no sabía leer ni escribir y sólo hablaba quechua. José Gabriel Condorcanqui nació en 1741, era hijo del gobernador del pueblo de Surimana y su madre, Rosa Noguera, era descendiente de Manco Inca y bisnieta del Inca Huayna Cápac. José Gabriel heredó el cacicazgo de los Túpac Amaru en algunas regiones de la provincia de Tinta. Micaela y José Gabriel se casaron en 1760 y tuvieron tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando.

A fines de 1780, en un nuevo aniversario del reinado de Carlos III, José Gabriel, mejor conocido como Túpac Amaru II, le tendió una trampa al Corregidor Antonio de Arriaga, a quien luego ejecutó y decretó el fin de la mita y el pago de impuestos en la región. Este era el comienzo de una de las insurrecciones indígenas más importantes de Latinoamérica. El objetivo de la insurrección era luchar contra las opresiones e injusticias que vivían la población indígena.

En este contexto el rol de Micaela fue fundamental, ya que asumió la dirección política y administrativa en Tungasuca, impartía órdenes, lanzaba edictos, organizaba expediciones para reclutar gente para las tropas rebeldes y acordaba con los caciques de la región. Era una mujer fuerte, decidida, leal y una pieza fundamental para el movimiento revolucionario, ya que su persuasión a través de las cartas hacia otros caciques, consejeros de Túpac Amaru II, gobernadores, hizo que se ganen muchos adeptos para la revolución.

En las cartas que se envían entre Micaela y Túpac Amaru II se puede seguir el curso de la revolución y aquí se ve claramente el rol de estratega y la inteligencia de Micaela. En diferentes cartas, ella le recomienda a su esposo que es conveniente que hagan una entrada rápida a Cusco, bastión español, ya que esa táctica era la única que podía funcionar para derrotar a los ejércitos opresores. Micaela le recomendaba que una vez estando en Cusco, podía generar la adhesión de las otras regiones, que de esta manera iba a resultar más fácil, sin embargo Túpac Amaru II no lo creyó conveniente y prefirió generar adhesiones en las regiones del sur, conformar un ejército mayor y desde allí en algún momento entrar a Cusco. En una de las últimas cartas que Micaela le envía a su esposo le dice: “Harto te he encargado que no te demores en esos pueblos donde no hay que hacer cosa ninguna; pero tú te ocupas de pasear sin traer a consideración que los soldados carecen de mantenimiento (…) Bastantes advertencias te di para que inmediatamente fueses al Cusco pero has dado todas a la barata, dándoles tiempo para que se prevengan…”*. Micaela luego de esa carta, comunica que ella misma va a comenzar la marcha hacia Cusco, sumando a la población que quede de paso, en donde las cacicas tuvieron un papel muy importante. Cuando finalmente van hacia Cusco, Micaela fue la encargada de organizar varios de los frentes de batalla, sin embargo en abril de 1781 son apresados Micaela, Túpac Amaru II, y dos de sus hijos y, junto con ellos, varios caciques y cacicas.

La sentencia de muerte de Micaela decía: “Condeno a Micaela Bastidas a la pena de muerte (…) siendo llevada en esta forma al lugar del suplicio, donde se halla el tabladillo, en que por su sexo y consultando con la decencia, se la sentará, ajustará el garrote, cortándosela allí la lengua, e inmediatamente se la hará morir con horca, sin que de allí se le quite, hasta que se mande, persona alguna.” La ejecución de Micaela se hizo de manera ejemplificadora, los documentos relatan que se le quitaron todos los atributos de mujer porque no merecía ser tratada como tal. A la mayoría de las cacicas u otras mujeres que participaron de la rebelión como por ejemplo Tomasa Titu Condemayta, Cecilia Túpac Amaru, Bartolina Sisa, Gregoria Apasa, Marcela Castro, las desterraron juntos con sus hijos, las enviaron caminando desde Cusco a Lima y desde allí en un barco a España, sin embargo la mayoría murió en el camino, a otras las condenaron a muerte o las apresaron de por vida.

Es necesario que en la Historia de América Latina incorporemos a Micaela Bastidas en el rol de política, militar y estratega y, por sobre todas las cosas, una revolucionaria precursora de las transformaciones posteriores, de la independencia y del rol de las mujeres como protagonistas. Micaela simboliza a la Matria, una mujer que reúne el valor, la valentía, el anhelo de justica y sobre todo, la importancia de la mujer en la historia de América Latina.

*“Micaela Bastidas”, Sara Beatriz Guardia (coomp.), ed. Sara Beatriz Guardia, Lima Perú, 2019.

*Profesora de Historia – Universidad Nacional de Rosario

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