Hola, soy la cadeta!

Hola, soy la cadeta!

La actividad de cadetería no es nueva, desde hace años forma parte del entramado social recorriendo las calles para llevar todo lo que por distancia, imposibilidad de traslado o simplemente comodidad, no se adquiere directamente en un local. No obstante ello, la coyuntura actual de pandemia mundial por Covid-19 y las medidas sanitarias adoptadas que incluyeron a la cadetería como actividad esencial, dejaron en evidencia el universo de trabajadores y trabajadoras que es parte de esta actividad, las condiciones en que se desarrolla, la lucha por derechos y la creciente expansión -sin límites ni regulación- de las apps de reparto extranjeras.

En este marco, en Rosario existe desde el 2020 la cooperativa de cadetes “Coopexpress” de servicio de mensajería y delivery, conformada por lxs propixs trabajadorxs de reparto. La misma pertenece al Sindicato Único de Conductores de Motos (SUCMRA) seccional Rosario, y se constituye con el fin de “desarrollar otra forma de laburar y estar en mejores condiciones de trabajo, ya no cobramos por pedido sino por horas de trabajo, gestionamos desde la cooperativa el seguro de accidentes para estar respaldadxs, y también tenemos un grupo humano que escucha tanto en lo laboral como en cuanto a la violencia machista, como en el caso de situaciones de acoso en la calle”, cuenta Brenda Marinucci, una de las trabajadoras.

“Nuestra actividad no existe como tal en el mundo el trabajo, por lo que estamos buscando ser reconocidxs como trabajadorxs con todos los derechos laborales que implica”, subraya la joven que trabajaba en la app Rappi y decidió sumarse al sindicato ante la precarización del trabajo que caracteriza a las apps de reparto. Luego se incorporó a la cooperativa que “está pensada para decidir colectivamente cómo queremos trabajar”.

El SUCMRA funciona en la ciudad desde hace seis años, aunque a nivel nacional existe desde el 2001, “la actividad surge en los ‘90 y en el 2001 crece aún más porque quien se quedaba sin laburo en esa etapa de crisis si tenía una moto salía a cedetear. Tenemos un origen combativo y una historia de estar siempre junto a las luchas populares, ponieno el cuerpo desde el primer momento, llevando y trayendo gente a la Plaza de Mayo en esos terribles días”, repasa Brenda sobre la organización gremial de la que forma parte y remarca que “el 20 de diciembre se conmemora el Día el Trabajador de Cadetería y Mensajería por el asesinato de Gastón Riva, un compañero de Buenos Aires”.

“Es un día de lucha más que de festejo, por el compañero al que le quitaron la vida en el 2001 y lo que representa para la lucha de los trabajadores, y es un gran logro que se visibilice ese día también en Rosario a partir de la ordenanza aprobada en diciembre del 2020”, agrega Julieta Riquelme, trabajadora de mensajería.

Ellas junto a otras 16 compañeras integran hoy el sindicato, de unos 200 afiliadxs, y forman parte del espacio de género que crearon para sumar a más mujeres y equiparar tanto la paridad laboral como gremial, elaborar protocolos para actuación interna ante violencia, realizar talleres y visibilizar el acoso que se vive en el espacio público puntualmente ligado al trabajo que realizan.

“Somos militantes de este espacio gremial pero además somos mujeres y feministas, son luchas conjuntas”, afirma Brenda y asienten las seis compañeras que están junto a ella un martes de abril, día que se reúne la Secretaría de Género, en el espacio que el gremio tiene dentro del Centro Cultural La Toma.

Las cadetas

Soledad Cannavina trabaja hace un año en cadetería, “cuando arrancó la pandemia de todos los trabajos que pude tener este es el mejor, ahora resultamos algo esenciales y pudimos lograr mayor reconocimiento”, asegura y dice que “ya no somos los pobres cadetes de la pizza, ahora llevamos medicamentos, ropa, de todo, es un trabajo de riesgo por la calle, y sumado a eso el hecho de que somos mujeres no es menor, porque estamos expuestas a más peligros que un compañero hombre”.

“Hay mucha discriminacion laboral”, agrega Brenda y se suma Julieta al señalar “estoy en el sector mensajería y cuando llego les digo, ‘hola, la cadeta’, y bajan y dicen ‘ah, sos mujer’. No es que no trabajamos de esto sino que como en muchos trabajos estamos invisibilizadas por ser mujeres. Es fundamental remarcar que no es un lugar fácil la calle, nos gusta, pero todo el tiempo escuchamos cosas como “flaca no sabés manejar, anda a lavar los platos” y eso no lo bancamos más”.

Continúa Soledad: “Sí, cuando llegas a la puerta te dicen ‘hola cadete’, te tratan como un chabón, yo siempre remarco que soy una mujer, como una forma de decir estoy acá, no pretendo que me llamen por mi nombre pero que no me encasillen, y también visibilizar que somos muchas y que podemos trabajar de esto”.

Y suma, “manejando en la calle el acoso es constante, si bien es algo que vivimos todas, al estar en la calle tanto tiempo es un poco el doble, es parte de la lucha de todos los días. Por lo menos acá en la cooperativa nos bancamos, avisamos si pinchamos o lo que sea, los compañeros enseguida van, quienes laburan en las apps seguro lo sufren más”.

Ph Sindicato de Cadetes Rosario

Julieta asegura que dar cuenta de las violencias cotidianas en el trabajo que realizan y pensar estrategias para visibilizar estas realidades así como propuestas para transformarlas se inscribe en “las luchas que viene dando el feminismo en las calles y en todos lados”. “Cuando inicié hace ocho meses a trabajar acá y llegué al lugar para una charla de presentación no nombraron a la Secretaría de Género como parte de todo el funcionamiento, yo sabía que existía porque Brenda -actual coordinadora del espacio- ya me había escrito contando todo lo que hacían. Lo cuento en el sentido de marcar que me parece re importante que haya surgido la Secretaría, nos falta mucho, no es algo fácil, pero ganamos el espacio y lo construimos como podemos”.

En ese sentido la joven remarca, “no estamos solo para venir a tomar mates los martes -día de reunión del espacio de género- sino para pelear por derechos, es lo que reclama el feminismo: igual remuneración por igual tarea, que en la cooperativa es algo que ya pasa, trabajos libres de violencia, y no permitir los mensajes homofóbicos, transfóbicos. Estamos yendo, como dicen las compañeras”.

Brenda remarca que “hay muchas pibas trabajando de esto en la calle, y nos parece fundamental que nos vean organizadas. Un cambio importante que logramos es que en el reglamento de funcionamiento de la cooperativa que habla de la no aceptación de ninguna violencia entre compañeros, propusimos que se mencione específicamente la tolerancia cero a situaciones de violencia de género entre compañeros, laburando en la calle, con clientes. Ahí la Secretaría también tiene el rol de analizar las situaciones y recomienda las acciones a tomar, y agregamos un anexo sobre qué es violencia, los tipos y modalidades. Es muy importante que se haya incorporado y éramos solo ocho compañeras cuando lo logramos”.

Un fuente de laburo

La cadetería es parte de la realidad laboral actual de nuestro país en el marco de un mercado de trabajo atravesado por la alta precarización, la desocupación y una inflación que encarece el costo de vida de la clase trabajadora. En ese marco las mujeres, históricamente afectadas por las brechas en el acceso a trabajos fuera del hogar y por hacerlo en condiciones más precarias tanto en horas, salarios y en condiciones generales de trabajo, han encontrado también en el servicio de reparto la posibilidad de generar ingresos para subsistir.

Según el informe “Transitando la crisis laboral por la pandemia: hacia una recuperación del empleo centrada en las personas” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) los impactos de la pandemia en el segundo trimestre de 2020 dan cuenta de indicadores alarmantes en cuanto ocupación y participación laboral.

Al finalizar el 2020 la tasa de ocupación promedio de la región se había reducido de 57,4 a 51,7 por ciento, equivalente a la pérdida de alrededor de 26 millones de empleos, de los cuales un 80 por ciento, es decir más de 20 millones de personas, salieron de la fuerza de trabajo. Al tiempo que el informe señala que “el déficit de trabajo formal, a su vez, se hará más evidente para ciertos grupos de trabajadores como los jóvenes, las mujeres y los adultos con menores calificaciones, grupos que estructuralmente exhiben mayores dificultades para insertarse en un puesto formal”.

Según el informe especial COVID-19: La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), América Latina y el Caribe registran un retroceso de más de una década en las condiciones laborales y de participación en el mercado de trabajo de las mujeres. La tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46 por ciento en 2020, lo que representa 6 puntos por debajo del 52 por ciento de 2019.

A nivel local, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) para el cuarto trimestre de 2020, la tasa de desocupación se situó en un 11 por ciento, registrando un descenso de 0,1 puntos porcentuales frente al tercer trimestre del 2020, y un incremento de 2,1 por ciento frente al cuarto trimestre de 2019, previo a la pandemia. En cuanto a los datos por sexos, mientras que para los varones el desempleo llega al 10,2 por ciento, en las mujeres alcanza al 11,9 por ciento, con especial injerencia entre las mujeres de 14 a 29 años, donde el desempleo llega el 26 por ciento.

Yasmín Méndez se refiere a su actual situación laboral y cuenta: “Actualmente tengo tres trabajos, uno distinto de otro. Soy docente de nivel inicial, trabajo en un negocio familiar y estoy en la cadetería. Me sorprendí mucho cuando comencé a cadetear por la contención que se construye entre todos. Creo que esto recién comienza, podemos ganar muchas cosas, desde afuera no te ponés a pensar la realidad del cadete, llevé pedidos a familias que son de la institución donde doy clases y los padres me decían ‘pero ¿no sos maestra?, ¿por qué trabajas repartiendo?’. Mi respuesta es que no me alcanza, en el jardín estoy en negro -la realidad de muchas docentes- y parece que voy a lograr antes derechos acá que en donde estoy que es por haber estudiado cuatro años hasta obtener el título”.

Las demás trabajadoras asienten y cuentan historias similares, propias o de conocidas, donde se repite el predominio de la informalidad laboral y la falta de derechos como el acceso a cobertura médica, aportes a la seguridad social, aguinaldos, vacaciones, la necesidad de tener varios trabajos para acercarse un poco más al final de mes, y el encargarse de las tareas del hogar y de cuidados no remuneradas. “Los derechos laborales parecen inalcanzables”, agrega Yasmín.

Desde diciembre trabaja como cadeta y cuenta que proyecta sumar sus herramientas como docente al espacio laboral y sindical. “Como docente quiero brindar acá lo que pueda aportar, por ejemplo crear algún espacio de niñez para los hijos de los compañeros y afiliados, pienso en poder volcar lo que una trae”.

Soledad dice que “el espacio público está prohibido para las mujeres pero como otras trabajadoras lo muestran -taxistas, colectiveras- somos cada vez más las que trabajamos y en la conducción de vehículos, que parece que solo los hombres pueden. Porque sino las otras opciones que te quedan son enfermera, limpieza, cuidados de personas, prefiero esto en mi caso”.

Ph Florencia Carrera

Un espacio en construcción

Brenda piensa en la importancia de que exista la Secretaría de Género y aporta: “Creo que saber que si bien entrás a un espacio donde la mayoría son hombres, también estamos las pibas organizadas para acompañar es algo muy importante. Estamos acá y queremos ser cada vez más”.

“Y vamos a seguir aumentando”, interrumpe Soledad y dice que “los compañeros aprenden a convivir pese a que es un trabajo que siempre fue de hombres, además en algún momento se va a equiparar”. Nicole Ayala afirma con la cabeza y suma: “Es lindo el compañerismo, yo estuve en Rappi y estás sola, no tenes a nadie si te pasa algo o si tenés algún problema, acá la responsabilidad y el respeto es mucho, es distinto y se valora”.

Julieta remarca la importancia de ser parte como mujeres trabajadoras de las luchas feministas: “Como compañeras del sindicato somos parte en la historia de la mujeres, nos sumamos a los 8M, a la lucha por el aborto, participamos como laburantas desde el sindicato, todas luchamos por lo mismo y nos vidibilizamos desde nuestro lugar”.

Sobre los proyectos concretos en marcha y a futuro Brenda cuenta: “Estamos armando un protocolo de actuación ante situaciones de violencia, si hoy existe una situación se va a actuar pero también queremos que esté garantizado en los papeles. Hicimos una capacitación sobre Ley Micaela para la comisión directiva del sindicato y en conjunto con la cooperativa de trabajadores de La Toma, pensando la responsabilidad de ocupar este espacio de lucha y organización de los trabajadores y para construir diferentes formas de vincularnos en lo inmediato, para no reproducir la violencia machista. La idea es replicarla a la totalidad de compañeros y compañeras, y también capacitarnos las pibas, sabemos lo que nos pasa pero queremos poder fundamentar con otras herramientas”.

Brenda destaca que “más allá de nuestra secretaría, es importante que comencemos a transformar los espacios sindicales en sí, que se pueda poner en debate cómo se manejaron históricamente, qué cosas no van más, qué cosas queremos transformar, por eso es importante ocupar espacios de poder para transformar desde adentro. Con esta idea también nos relacionamos con otros espacios de mujeres, participamos en la Intersindical de Mujeres de Rosario, con las compañeras de la Unión de Trabajadorxs de la Economía Popular (UTEP) y recientemente nos sumamos al espacio en mujeres del Movimiento Sindical Rosarino (MSR).

Julieta agrega que “la secretaría apunta además a acompañar en derechos humanos, por mi experiencia personal –su hermano Jonatan Herrera fue asesinado por la policía en el 2015– y porque participo en la Multisectorial Contra la Violencia Institucional, desde el sindicato se piensan esas luchas a través de acompañamientos específicos a pibes violentados o asesinados por gatillo fácil, ante desapariciones forzadas o problemas con la policía”. La Secretaría de Derechos Humanos es parte de la Secretaría de Género.

“Pensamos hacer talleres sobre por qué un pibe es matable o no, y lo que pasa con la violencia institucional en nuestra ciudad. Como laburantes estamos expuestos también a la policía y la violencia, que nos impide trabajar tranquilos. Por eso no solo llevamos pedidos y hacemos nuestro trabajo sino que aportamos desde todas las herramientas que tenemos ya sea por estudio, militancias, y apostamos a que se sumen muchas compañeras más”, señala Julieta.

Las demás trabajadoras coinciden en que esperan que haya más mujeres cadeteando y en la importancia de participar de los espacios colectivos, de las luchas por los derechos laborales, por una participación sindical igualitaria y por una vida sin violencias y con todos los derechos que los feminismos reclaman.

Ph Sindicato de Cadetes Rosario

📌INFO ÚTIL: La reunión de la Secretaría de Género es los martes a las 16hs en La Toma. Coopexpress Sindicato de Cadetes Rosario

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