Hablemos de menstruación: Lo personal es político

Hablemos de menstruación: Lo personal es político

Durante mucho tiempo la menstruación fue instaurada como una cuestión íntima, un tabú, algo exclusivamente de mujeres, un asunto privado y por lo tanto a veces generaba miedo por el mismo desconocimiento. Existen infinidad de términos y expresiones para referirse al tema ya que siempre formó parte de “esas cosas” de las que no se hablan. Se fijó socialmente que era algo de lo que teníamos que avergonzarnos o esconder, fue objeto de burla entre nuestros pares, y ni hablar si se manchaba la ropa en época escolar. 

Eugenia Tarzibachi es psicóloga, doctora en Ciencias Sociales y Estudios de Género y en su libro Cosa de Mujeres, Menstruación, Género y Poder expresó: “Con anterioridad a experimentar ese primer sangrado, había escuchado a mi abuela materna referirse a alguna prima que ‘ya era señorita’ y su significado era aún un enigma para mí. También había oído la idea de que una se convertía en mujer desde el momento en que menstruaba, en las charlas que los representantes de una empresa multinacional de toallas y tampones dieron en mi escuela primaria, privada y mixta de Avellaneda, un año antes de mi primera menstruación. Nos habían convocado sólo a las chicas en un aula donde nos hablaron sobre nuestro ‘aparato’ genital y la menstruación, para luego regalarnos unas muestras”. 

Menstruar siempre fue un asunto privado, salvo cuando las grandes marcas nos querían vender toallitas y tampones.

Para conocer más sobre el tema desde Reveladas charlamos con María José Poncino, promotora territorial del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y responsable en Santa Fe del espacio de Mujeres del Movimiento Evita. Poncino participó en el primer Foro de Acciones para alcanzar la Justicia Menstrual, que tuvo lugar en diciembre de 2020 en Casa Rosada y al que asistieron funcionarias nacionales y provinciales, dirigentas políticas, cooperativistas y activistas de todo el país para debatir y planificar en torno al “factor de desigualdad que implica la menstruación y que afecta no sólo la economía sino la salud, la educación y el trabajo de las mujeres y personas menstruantes”, según destacaron ante la prensa por entonces.

“Durante el año pasado conformamos una mesa de trabajo  de la que participan ocho ministerios, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, Tecnología e Innovación, ANSES, AFIP, INDEC, la red de concejalas, legisladoras nacionales, activistas e investigadoras para trabajar en acciones, herramientas y políticas públicas integrales para transitar la menstruación de manera más digna. Desde las diferentes áreas y ministerios, tanto nacional como local, organizamos el Foro de Acciones para alcanzar la Justicia Menstrual que tiene como finalidad visibilizar el tema; detallamos las políticas públicas que se encuentran en ejecución y establecimos una agenda de trabajo a mediano y corto plazo para alcanzar la justicia menstrual”, detalló Poncino. 

En Rosario la concejala Norma López viene trabajando la temática y en el 2016 presentó un proyecto llamado “Menstruación fuera del clóset”, que tuvo aportes de otros bloques y logró la sanción del Concejo en diciembre pasado. “La ordenanza que propuse cuenta con la convocatoria a un concurso de ideas, puntualmente en el diseño de campañas para conocer sobre la menstruación, sobre lo que significa la gestión, la justicia menstrual y todo lo que hace a la dignidad de la vida de las personas menstruantes”, remarcó la concejala. Además, propone “baños amigables” de acceso público y material de gestión menstrual en el programa municipal de Precios Justos.

En este sentido López, que también participó del Foro de Acciones para alcanzar la Justicia Menstrual indicó: “Yo creo que tenemos en este momento una gran oportunidad, en materia de derechos ya que hay un gran avance, no solamente con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, la Secretaría de Estado de Igualdad y Género de la provincia, la Secretaría de Género y DDHH en Rosario y en otros municipios y comunas, sino también en la incorporación de un área específica sobre economía y feminismo en el Ministerio de Economía de la Nación, a cargo de una luchadora en lo que respecta a las desigualdades que generan la menstruación en un mundo patriarcal, que es Mercedes D’Alessandro”.

El costo de menstruar 

Las mujeres ganamos entre un 27 y 29 por ciento menos en el sector formal y un 35 por ciento menos en el sector informal, con respecto a los hombres. Por otro lado, según un estudio realizado por la organización Economía Femini(s)ta que analizó los precios de un total de 106.639 productos de todo el país hasta septiembre del 2020, se obtuvo que el costo anual para una persona que utiliza toallitas era de $2992 y para una persona que utiliza tampones  de $3925. En ese sentido, se apunta a que se puedan suministrar dichos productos en las entidades públicas como escuelas y cárceles y por otro lado a la quita del llamado Impuesto Rosa, que refiere al sobreprecio o costo adicional que tienen algunos productos por el hecho de estar destinados a las mujeres.

“La quita del IVA en los insumos menstruales o el Impuesto Rosa que se extiende un poco más allá de los productos menstruales es una discusión que tenemos que dar. Está dentro del marco de garantizar la igualdad en el acceso a los productos, al consumo y a la economía. Muchas veces las pibas pierden días de clases porque no tienen plata para comprar los insumos. El impuesto Rosa encarece aún más los mismos productos”, dijo López. 

Respecto a esto, Majo Poncino que también integra el colectivo Ni Una Menos Rosario  comentó: “Los productos de gestión menstrual pagan IVA. Esto es percibido como un impuesto por menstruar dado que quienes menstrúan no pueden evitar pagarlo. Y también agregó: “Hoy algunos productos se encuentran en Precios Cuidados, pero entendemos que no es suficiente y en ese sentido proponemos además de la provisión gratuita y la quita del IVA, el desarrollo y fortalecimiento de cooperativas de producción de copas reutilizable y un observatorio de datos y evaluación del impacto para la generación de políticas públicas”.

Los productos de gestión menstrual no se incluyen en las canastas familiares a pesar de que en el 58 por ciento de los hogares hay al menos una mujer en edad reproductiva, según el estudio antes mencionado. Poncino afirmó: “Se advierte sobre el factor de desigualdad que implica la menstruación y por otro lado revertir la situación que afecta no sólo la economía sino la salud, la educación y el trabajo de las mujeres y personas menstruantes. Las toallitas, tampones y copas menstruales representan un costo económico extra en mujeres y personas que menstrúan. A quienes más afectan es a quienes poseen menores recursos, y al no poder acceder a estos productos se ausentan -por ejemplo- de la escuela o de los lugares de trabajo. Muchas veces recurren a alternativas para gestionar su menstruación que ponen en riesgo o afectan su salud”.

Por su parte, López dijo: “La menstruación debería tomarse como un potencial de las mujeres, pero en lugar de ello se lo ve como un negocio y eso produce una inequidad con el resto de la población. La menstruación no debería ser una condición de desigualdad, es una situación biológica que nos hace diferentes, pero no puede ser argumento para establecer un porcentaje fijo sobre nuestras economías individuales ni familiares”.

Productos sustentables

Los residuos de toallitas y tampones generaron 132 mil toneladas al año de basura no reciclable hasta septiembre de 2019. Por ello, es importante considerar los materiales sostenibles para la producción de los mismos. Al respecto, Majo Poncino comentó: “Se apunta a largo plazo, al suministro sustentable y reutilizable por parte del Estado y visibilizar la presencialidad y la importancia del rol del mismo junto con las instituciones locales, en articulación con las organizaciones sociales con puntos de distribución: establecimientos educativos, centros de atención primaria de la salud y hospitales.” También remarcó: “Además, la provisión gratuita nos permite garantizar la accesibilidad a productos de gestión menstrual a todas las personas menstruantes, con un ejercicio de la soberanía en la decisión, y se genera valor agregado y trabajo en aquellas unidades productivas que desarrollan productos sustentables y reutilizables”. 

Por su parte, Norma López dijo: “La sociedad patriarcal nos coloca a las mujeres en el lugar del consumo. Recordemos que todos los implementos de gestión menstrual comienzan a utilizarse en la crisis, tras la Primera Guerra Mundial, donde el mercado algodonero tiene que reinventarse y avanzar sobre dichos productos. Los necesitamos y valoramos, pero sería importante que se pueda desarrollar una forma mucho más sustentable, no contaminante y que podamos tener multiplicidad de opciones, pero desde nuestra propia decisión como soberanas de nuestros cuerpos”

Otra de las aristas que se reclama al Estado es la educación a través de la real implementación de la Educación Sexual Integral, para que las niñas en edad escolar puedan acceder a la información y así decidir libremente sobre cómo gestionar su periodo menstrual. “La ESI no se implementa correctamente y en muchas provincias se niegan a implementarla en su totalidad. Es una deuda pendiente del Estado, siendo una herramienta tan importante para la autonomía de nuestros cuerpos, para la prevención y erradicación de la violencia, para la promoción de los derechos de niñxs y adolescentes de nuestro país”, denunció Poncino.

En ese sentido, López agregó que “es indispensable la concientización, formación, capacitación desde la edad escolar. Tanto la escuela como el Estado tienen un rol fundamental en lo que significa la menstruación. Debe dejar de ser un tabú lo que nos pasa cotidianamente y atravesamos durante años. Por lo tanto, tiene que conocerse qué significa menstruar y cómo condiciona la vida de las mujeres”. 

Ilustración Luisina De Santiago @lula.desant

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