Eso que llaman amor es trabajo y nadie lo paga

Eso que llaman amor es trabajo y nadie lo paga

Por Julieta Gabirondo y Eugenia Rodríguez

En el marco de las medidas adoptadas por el Estado nacional ante la pandemia por el COVID-19 (coronavirus), una de las frases que más se repitió en las redes sociales es “me voy a quedar en casa a hacer nada”. La realidad es que en los hogares se realizan diariamente numerosas tareas que están invisibilizadas y recaen sobre las mujeres. Tener en cuenta la distribución social de estos trabajos no remunerados -tareas de cuidado y domésticas- y los roles de género que se reproducen en la asignación de los mismas es clave para entender las desigualdades sobre las que se estructura la sociedad.

El informe titulado «Las brechas de género en la Argentina. Estado de situación y desafíos», de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía de la Nación advierte cómo la división sexual del trabajo asigna roles de género: “A las mujeres se les destina el trabajo reproductivo (las tareas necesarias para garantizar el cuidados, bienestar y supervivencia de las personas que componen el hogar), mientras que el trabajo productivo (vinculado al que se realiza en el mercado y de manera remunerada), aparece asociado a los varones”.

En el mismo documento dado a conocer en marzo pasado se establece que, de acuerdo a la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo (EAHU-INDEC, 2013), las mujeres “realizan el 76 por ciento de las tareas domésticas no remuneradas. El 88,9 por ciento de las mujeres las realizan y dedican a este tipo de labores un promedio de 6,4 horas semanales. Mientras tanto, sólo el 57,9 por ciento de los varones participa en estos trabajos, a los que les dedican un promedio de 3,4 horas semanales”.

Sobre la desigual distribución de los trabajos no remunerados y su incidencia en la inserción laboral de las mujeres el informe explica que «al tener una cantidad de tiempo disponible menor, las mujeres participan menos en el mercado de trabajo. Además, se insertan laboralmente con peores condiciones: salarios más bajos, doble jornada (paga y no paga), mayor precarización, altas tasas de desempleo, pobreza de tiempo, entre otras».

Rita Colli, secretaria general del Sindicato de Amas de Casa (Sacra) de Santa Fe y directora regional del Ministerio de Trabajo, remarcó en diálogo con Reveladas que el aislamiento obligatorio dispuesto por el Ejecutivo nacional y las medidas adoptadas en los distintos países para evitar el contacto social y permanecer el mayor tiempo posible en el hogar “ofrecen una clase magistral para visibilizar que lo que sostiene la estructura de la organización capitalista es el trabajo no remunerado de las mujeres”. Y agregó: “No podés estar en tu casa encerradx y no hacer nada, tenes que ocuparte de limpiar, higienizar, conseguir alimentos, y ahora con más frecuencia que en condiciones normales porque hay más circulación de personas”.

Colli es la cara visible de Sacra, una organización gremial que apunta al reconocimiento y la visibilización del trabajo no remunerado. Tras la organización del sindicato, crearon la obra social y luego accedieron a la jubilación a través de la moratoria previsional de 2005 que permitió que muchas amas de casa que trabajaron durante años al interior del hogar puedan jubilarse sin aportes; su materia pendiente es acceder al salario.

“Una de las grandes conclusiones de la pandemia es la importancia del trabajo que se hace dentro de la casa y la urgente necesidad de remunerarlo. Y lo otro que la sociedad está viendo es el peso que hay sobre las mujeres en estas situaciones de encierro, una vez más nos ponemos el hogar al hombro. Las mujeres habitualmente están cansadas y agobiadas y ahora estamos en una situación donde se multiplican las habituales cargas del trabajo no remunerado”.

Las palabras de Rita son sostenidas por los números que arrojó el informe «Desigualdad de género en números, ciudad de Rosario», elaborado por la Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que indica que en Rosario las mujeres hacen el 76 por ciento de las tareas del hogar, mientras que los varones se encargan del 24 por ciento. “Esta situación repercute en una menor posibilidad de incorporarse al mercado de trabajo o incorporarse con menos horas. Cómo va a repercutir esta situación generada por la pandemia al interior de los hogares no lo sabemos, pero será tema de futuros estudios”, indicó Paula Durán, cientista política y coordinadora general de la Usina de Datos.

“Creo que en esta situación se pone de manifiesto todo lo que implican las tareas del hogar porque están en ‘estado puro’. Están las tareas de cuidado, de limpieza, hasta de educación porque los niñxs no están yendo a la escuela. Vamos a encontrar un montón de escenas ‘cómicas’ donde las mujeres están sobrecargadas de tareas y el señor está en el sillón viendo una película, creo que esa escena caricaturesca es cada vez menos sostenible, y esperemos que esto sea una oportunidad para democratizar las tareas del hogar, pero todavía no podemos inferir a qué velocidad va a ocurrir esto o bajo qué parámetros”, analizó.

“La chica que me ayuda en casa”

Durán también menciona que al interior de muchos hogares las tareas quedan al descubierto porque ya no hay posibilidad de “tercerizar” los servicios del cuidado y trabajo doméstico realizados por otras mujeres, insertos muchas veces en un contexto de precariedad “ya que sabemos que las mujeres tienen los trabajos más precarizados y esta crisis genera que muchas no puedan sostener sus ingresos”.

Al respecto, Colli amplia que “este tipo de trabajadoras de casas particulares son abarcadas por el decreto del Ejecutivo que les impide ir a sus lugares de trabajo. Muchas de ellas son trabajadoras por hora, cobran el día y también hay un alto grado de subregistración, es decir, están registradas por menos horas de las que trabajan. Este va a ser uno de los grupos más alcanzados por los efectos colaterales de la cuarentena”.

Según el informe antes citado de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, en la Argentina “la principal ocupación de las mujeres es el servicio doméstico remunerado: representa el 16,5 por ciento del total de empleo de las mujeres ocupadas y el 21,5 por ciento de las asalariadas. Estas tareas están extremadamente feminizadas: entre las 877.583 personas que se dedican al servicio doméstico, el 96,5 por ciento son mujeres. Asimismo, aunque en el país hay una ley que regula el trabajo en casas particulares y fija el salario de este sector en 16.515 pesos mensuales, la mayor parte de estas trabajadoras no accede a sus derechos básicos. El 72,4 por ciento no percibe descuento jubilatorio y el promedio de salarios que perciben es de 8.167 pesos, de acuerdo a datos de la Encuesta Permanente de Hogares”.

Consultada sobre las inquietudes que llegan al Ministerio de Trabajo provincial desde el sector de las empleadas de casas particulares, Coli indicó que “recibimos pocas denuncias y fueron antes de que se decrete el aislamiento obligatorio. Eran mujeres que preguntaban si tenían que ir a trabajar igual a pesar de que no les garantizarán las condiciones de seguridad mínimas. En estos casos lo que se hace es asesorarlas en cuanto a lo que dice el decreto”.

En este marco entiende que, más allá de los paliativos que puedan dictarse desde los distintos niveles del Estado, hay que “trabajar mucho en la registración de las trabajadoras porque este mecanismo las incluye en el sistema. Hay que concientizar a lxs empleadorxs, porque si supieran a lo que se enfrentan en relación costo-beneficio creo que muchxs anotarían a su personal. No lxs modifica presupuestariamente y a la trabajadora le da derechos laborales, aportes previsionales, y la protege en materia de salud”.

El cuidado comunitario que salva

Las mujeres nos ocupamos en el mundo de la mayoría de las tareas al interior de los hogares pero también ponemos el cuerpo en aquellas que se desarrollan en espacios comunitarios y que son indispensables para el funcionamiento social. En estos días de cuarentena se refuerzan las redes organizadas por mujeres ya sea para producir barbijos, procurar otros elementos de higiene y asegurar el alimento de quienes más lo necesitan.

Las actitudes más individualistas que se repiten hasta el hartazgo en medios de comunicación hegemónicos, no encuentran eco en las barriadas populares donde lo colectivo prevalece desde mucho antes del aislamiento social, preventivo y obligatorio. La emergencia social que ya existía en los sectores más humildes, empobrecidos y dejados a total desamparo por parte del Estado en los últimos cuatro años tras medidas neoliberales que generaron desempleo, incremento de la pobreza y retiro de políticas básicas de salud y vivienda, hoy no solo queda cada vez más en evidencia sino que se incrementa con las condiciones propias de una cuarentena por pandemia. 

Frente a ello aparecen las redes comunitarias que sosteniendo las tareas que ya venían desarrollando se organizan para  brindar -con las medidas de higiene posibles- la contención básica a quienes no tienen garantizado el pan de cada día. “Estamos funcionando como lo veníamos haciendo antes de la cuarentena, ahora es más difícil por las medidas de distancia entre nosotros y entre la gente, pero tratamos de mantener el funcionamiento del merendero asegurando con lo poco que se tiene la higiene básica para cuidarnos”, contó Silvana Sarmiento, quien lleva adelante el merendero La Porota en el sur de Rosario. 

El trabajo diario no cesa y la gente que se acerca en busca de alimentos parece incrementarse ante las dificultades para salir a la calle a trabajar y traer el plato de comida para la familia. “Estamos trabajando todos los días, entregamos la leche desde las 14hs a las 19hs. A veces menguamos los días por falta de mercadería, pero tratamos de que eso no pase. Tenemos una planilla donde anotamos a las familias y sus hijos y les damos las raciones según esos datos, para que puedan llevarlas a sus hogares”, cuenta Silvana referenta barrial del Movimiento Evita. Y agrega que “no podemos entregar todo lo que las familias realmente necesitan pero se entrega todo lo que se puede, que es para muchxs el único alimento del día”.  

Actualmente al merendero ubicado en Plutarco 863 bis en el límite entre barrio Mangrullo y barrio Saladillo, concurren unas 40 familias, la mayoría con varixs niñxs, y gente mayor que -según contó Silvana- se acerca cada vez más porque es lo más próximo que tienen. Son once las personas que sostienen el trabajo en el merendero y se ocupan de otras tareas barriales. “Somos dos compañeros y nueve compañeras que nos organizamos para preparar la leche, producir tortas fritas o panificados, ahora también para tratar de conseguir los elementos de higiene y hacer llegar todo a los vecinos”, expresó y remarcó “estamos volcando todo lo que tenemos principalmente a la alimentación, nuestra prioridad son los chicos y la gente del barrio”. En cuanto a los alimentos la entrevistada aclara que desde la organización social preparan bolsones de mercadería para entregar a quien necesita y que sea -al menos- una ayuda en el mes, en tanto que también reciben algunas donaciones que ayudan a organizar la semana.

“Ahora que estamos charlando nosotras, nos llegó por ejemplo una donación de sandwiches y a veces también tenemos panificados de panaderías o de negocios del barrio que donan. Tratamos de ordenar lo que recibimos para que alcance para todos”, describió durante la entrevista al referirse a cómo la organización popular busca multiplicar el pan y repartirlo entre quienes más lo necesitan. 

Gentileza Movimiento Evita Rosario

Porque los recursos económicos no abundan, porque los sobreprecios de los elementos de higiene los hacen inaccesibles, porque algunos negocios de proximidad cerraron y no se pueden conseguir, hacerse de los elementos para el cuidado y la higiene suele ser una dificultad, lo mismo que permanecer aislados en las propias casas.  “El tema de los cuidados es difícil sin recursos, también hay muchas familias y sobre todo los niños que están bastante en las calles, y las razones son complejas. Lo que tratamos es de concientizar y pensar que hay que cuidarse porque si el contagio se da en los barrios va a ser muy complicado”. Asimismo la militante señaló: «La falta de medicación y de comida se hace muy difícil todos los días, la gente se pone nerviosa, se angustia, necesitamos -por ejemplo- la atención de salud como corresponde en el dispensario para afrontar todos los problemas que tiene la gente y que hoy con la cuarentena se complican más”. 

Georgina Mansilla, es vecina del barrio Los Pumitas e integra la organización La Poderosa, al ser consultada sobre el funcionamiento del comedor en el barrio resaltó que “por la pandemia del coronavirus nos estamos organizando en redes de cuidado comunitarias, las comidas son garantizadas por nuestras vecinas del barrio que no están dentro de la población de riesgo, ellas realizan la comida y también la acercan a las vecinas que no pueden salir de su casa, y preparan elementos de higiene que a muchas se les complica comprar”.

También comentó que los espacios que venían funcionando para cuidados de niñxs y para contención y encuentro de las mujeres se re-organizaron para hacer frente al contexto actual: “Nosotras teníamos funcionando el espacio de crianza que es un lugar donde las vecinas dejan a sus niñxs para poder sostener las ollas, participar de talleres y tener su momento para recrearse ellas y dejar las tareas de cuidado diarias, ese espacio ahora está destinado a garantizar el cuidado de lxs hijxs de las compañeras que sostienen las ollas y las comidas. Y además La Casa de las Mujeres y las Disidencias se organiza para cuidar a nuestras vecinas que sufren situaciones de violencia de género porque sabemos los riesgos que corren al estar 24hs en sus casas con su agresor. Ahí reforzamos nuestro feminismo villero de tratar de que La Casa esté funcionando a través de mensajes, de reforzar que no están solas y que sepan dónde recurrir.”

Gentileza La Poderosa Rosario

En cuanto a los comedores Georgina indicó que “siguen funcionando para hacer frente a la emergencia alimentaria pero con conciencia de los cuidados y las prevenciones necesarias” y resaltó que “se triplicaron las raciones en esta pandemia, ya que hay muchos vecinos que no tienen trabajo formal, viven del dia a dia, del cirujeo, changas, trabajo doméstico y como no pueden salir a traer el plato de comida a las calles necesitan de lo comunitario”. Finalmente precisó que no cuentan con muchos recursos por parte del Estado. “Hoy estamos entregando 450 raciones diarias de comida, del Municipio solo recibimos un cheque de 8400 pesos, 3000 se destina al pago del gas y el resto para la compra de comida, ni siquiera alcanza para la higiene. En otro barrio, La Cariñosa, damos 150 raciones de comida y del Estado no recibimos nada, por lo que necesitamos que se hagan cargo de la comida y de elementos de higiene necesarios para sostenerlos, y también que se reconozcan las tareas no remuneradas que hacemos desde nuestras barriadas”. 

Sobre esto último tanto Georigina como Silvana remarcaron el trabajo colectivo y también invisibilizado que hacen las mujeres para sostener los espacios comunitarios. Un sinnúmero de actividades que ambas describieron anteriormente y que son parte de las tareas de cuidado de personas, de promoción de derechos, de limpieza y organización de los alimentos, de sostenimiento de hogares -propios y comunitarios- a las que hoy no se reconoce como trabajos pero sin los que es imposible la reproducción social, en todos los tiempos y también en esta cuarentena. 

Foto portada Ilustración de Tessa Impresa

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