Cuerpas frente al propio espejo

Cuerpas frente al propio espejo

“Que tu cuerpo sea siempre un amado espacio de revelaciones”

Alejandra Pizarnik

El Documental de Netflix «Strip Down, Rise Up» (traducido al español como Despójate, Elévate) dirigido por Michéle Ohayon trata sobre el empoderamiento y la aceptación corporal siguiendo la historia de un grupo de mujeres que se involucran en el Pole Dance. Durante el relato del documental, aparecen mujeres de todas las edades que fueron víctimas de diferentes tipos de abusos físicos y psicológicos y encontraron en esta disciplina una manera de «curar» traumas, angustias, así como también de despojarse de la vergüenza que sentían de su imagen corporal por no estar incluidas dentro de los cánones exigidos por la sociedad. 

Centenares de mujeres, identidades feminizadas e incluso hombres disfrutan del Pole Dance y toman a esta práctica como una actividad física que beneficia tanto a su salud física como a su equilibrio mental y emocional. A pesar de esto, todavía hay un porcentaje de la sociedad que asocia al “baile del caño” con la trascendencia que se le dio en la década de los ‘50 en Estados Unidos y Canadá, ligada al disfrute meramente masculino. La perspectiva feminista que se viene gestando en los últimos tiempos cambia la mirada respecto a esta disciplina y lo toma como una herramienta de empoderamiento, reconectando a cada mujer con su cuerpo físico, su integridad emocional y por sobre todo con su sensualidad.

“El Pole Dance llegó a mi vida en el año 2014. Miré un video en internet de Got Talent y vi a una mujer hermosa, de cuerpo voluminoso, que vestía un atuendo celeste y comenzó a bailar y girar en el pole. Me pareció impactante, ¡era una locura! y fue ahí cuando decidí inscribirme en una de las escuelas de la ciudad”, expresó en diálogo con Reveladas Carla de Filippis, directora de Lunacy Pole Studio

Reconocernos a traves de nuestras cuerpas

La periodista francesa Mona Chollet en su libro Belleza Fatal, describe que los ideales normativos sobre lo que es bello suelen ser racistas, sexistas y cisexistas poniendo en evidencia discursos discriminatorios, estigmatizantes y otro tipo de violencias simbólicas y estéticas, por ejemplo la gordofobia, presentes en las sociedades donde estos modelos son producidos; alentando a todo tipo de trastornos de salud física y mental como la bulimia, la anorexia, la depresión, incluso llevando a varias de esas cuerpas a situaciones irreversibles como la muerte. En relación a esto, Carla recuerda que sus comienzos en el Pole Dance fueron difíciles, desde lo corporal y lo emocional: “Yo tardé un año en sacarme la remera para practicar. Sabía que era delgada, pero no me sentía bonita. Sentía que mi físico no estaba dentro de los mandatos que la sociedad pedía”. 

Casi todas las escuelas de Pole distribuyen las barras alrededor de espejos, esta disposición sirve funcionalmente para revisar y mejorar los trucos siguiendo a les instructores. Sin embargo, que cada mujer se mire al espejo y visibilice su imagen corporal pone en manifiesto diferentes emociones que se traducen, clase a clase, en un encuentro con ellas mismas frente a las diferencias. 

“Hay un montón de chicas que llegaron inhibidas, hechas ‘un bollito’ y ahora las ves gigantes y luminosas. La sociedad machista nos dijo quiénes éramos lindas y quienes no; y nosotras acá descubrimos que en realidad somos con los cuerpos que tenemos y gracias a las figuras que logramos en las barras”, expresa Abi Gurgone, instructora y alumna de Lunacy. “Es común que muchas mujeres que tienen contacto con la disciplina logren romper con el paradigma social machista de que una mujer es bonita cuando es delgada, con determinados rasgos físicos y tonalidades de piel”, agrega Carla. 

Actividad física y competencia

En Argentina, el reconocimiento del llamado “baile del caño” estaba en manos de programas televisivos de medios hegemónicos que reproducen (y siguen reproduciendo) la sexualización estereotipada del cuerpo femenino. Con la ola feminista gestándose en las calles, “el caño” se puede ver como una actividad física más: “Por el hecho de ser mujeres, el Pole Dance se ve super sexualizado cuando en realidad no deja de ser una actividad que demuestra la fuerza física”, agrega Pía Toledo, otra de las alumnas. Por su parte Ariana Arias, comentó al respecto: “A mi me gustaba el Pole. Fuí, lo probé, y me quedé. Nunca me interesó que opinen, pero sé que a mi familia le gusta lo que hago. Lo ven como un deporte más”. “Yo al principio tampoco le había dicho a nadie, ahora aliento a mi hija a que lo haga”, sumó Carolina Chamorro, también integrante del grupo. 

El Pole Dance está en proceso de convertirse en un deporte olímpico para géneros binarios y otras identidades. La Federación Internacional de Pole Sports (IPSF) ha abierto paso para convertir a la actividad física en un deporte avalado a través de sus competencias de todas las variantes (Sport, Exotic, Artistic) en el mundo. Respecto a la competitividad, De Filippis opina: “En la escuela el fin último es que tengas una hora para entrenar. Si te gusta y querés competir está buenísimo, pero la idea es evitar las expectativas competitivas, porque no es la idea que esto se convierta en una guerra entre todas.”

La experiencia en Lunacy

Lunacy está ubicado en San Juan 1144 en Rosario y pronto inaugurará su nueva sede. Como escuela aspira a que profesores y alumnes tengan un vínculo basado en la comodidad y en la confianza. La co-directora afirma que es parte del proceso para que la actividad física se desarrolle plenamente y Abigail opina que una aprende a encontrar el propio lugar: “¿Por qué mi trabajo no sería tan valioso que el de otres?, como docente y alumna, creo que Lunacy es la mejor escuela, un espacio donde me siento valorada y cuidada”.

El Pole Dance se caracteriza por ser una actividad en constante movimiento, progresiva y cargada de motivación. “Cuando viví mi primera clase y vi cómo subían a lo alto de la barra mis compañeras pensé ¿yo lograré hacer eso? y con buenos profes, paciencia y progreso lo logré”, comentó Carolina. En la misma línea Ariana agregó: “La primera vez que llegas es inseguridad plena; y ahora, soltándote de a poquito y probando, todo sale. Tu confianza en sí misma aumenta. Te duele el cuerpo, pero no el alma, ¡salis renovada!”.

Por su parte Yamila Ramírez, alumna, habló acerca de su experiencia en la academia: “Yo toda mi vida quise ser bailarina, y cuando empecé la carrera sentí que las personas que me rodeaban eran muy competitivas y me hacían sentir mal, más allá de que cuando subía al escenario me olvidaba de todo. Dejé la carrera y me encerré. Probando otras actividades ninguna me hacía sentir plena hasta que empecé Pole Dance. Esto me encantó, el ambiente es hermoso y me siento otra persona, más extrovertida. Esto fue lo mejor que me pudo haber pasado”.

Quien escribe llegó a la sala de Pole Dance con más dudas que certezas. El sedentarismo diario sumado a que la propia autoestima es un constante vaivén, no sabía con que se encontraría. En mi mente visualicé a todas mujeres super flaquitas y flexibles dominando la barra. Me reconforta saber que estaba equivocada. Me da gusto encontrarme con otra faceta de mi cuerpo, que quizás no era lo que yo imaginaba o que les otres murmuraban. Salgo de cada clase con otro ímpetu, llevando a mi vida diaria las ganas de divertirme, de girar, del gusto por mí.

PH: Florencia Carrera

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