Amalia Figueredo: por la conquista del aire

Amalia Figueredo: por la conquista del aire

Mientras exista en mí un soplo de vida

la dedicare en conquistar glorias para mi patria.

Amalia Figueredo

Por Cecilia Alonso*

Con la colaboración del Archivo General de la Provincia de Santa fe Sede Rosario hoy traemos la biografía de la rosarina Amalia Celia Figueredo, la primera mujer piloto de Argentina y Sudamérica y la vigésima cuarta del mundo. La reconstrucción de esta historia de vida se hizo en parte con las fuentes aportadas por el Archivo, documentos de acceso público que se encuentran disponibles para ser consultados.

¿Por qué Amalia? Los motivos se hallan en la necesidad de seguir visibilizando historias de mujeres y disidencias que han sido referentes en su campo, rompiendo estereotipos de género y marcando el camino para las que siguieron. En el caso de Amalia particularmente, le tocó moverse en un espacio que fue y sigue siendo extremadamente masculinizado incluso en la actualidad. Según datos de la Administración Nacional de Aviación Civil del año 2020, las mujeres representan tan solo el 1,5% de la flota de pilotes comerciales del país. Teniendo en cuenta estas cifras, la historia de Amalia se torna, por tanto, aún más interesante: hace más de 100 años atrás, en una Argentina donde las mujeres prácticamente no manejaban automóviles, ella se convirtió en la primera en obtener la licencia para volar un avión.

Amalia Figueredo nació en Rosario el 18 de febrero de 1895, lugar en el que vivió hasta el año 1914 cuando su familia decidió mudarse a la ciudad de Buenos Aires, al barrio Villa Lugano. Sobre su vida en Rosario no hay nada investigado todavía, los escritos parten de aquellos años en la Capital Federal donde habría cursado estudios universitarios en medicina, aunque, según parece, nunca ejerció la profesión. Lo cierto es que Amalia y su familia se instalaron en el barrio que vio surgir al primer aeródromo de la ciudad: hacía muy pocos años la carrera aeronáutica se estaba desarrollando en el país y en 1910 se fundó el Aeródromo de Lugano, espacio de formación y exposición de los primeros pilotos argentinos.

Por curiosidad, como otres vecines del barrio, Amalia se aproximaba al aeródromo a observar las prácticas de los pilotos. Ella cuenta que un día se le acercó Jorge Newbery, quien le insistió en tomar clases de aviación y al poco tiempo se convirtió en su primer instructor de vuelo. Comenzó entonces a formarse con Newbery y, luego de su repentina muerte, con otros instructores. Aparentemente contó con el apoyo de su familia en la decisión de convertirse en aviadora profesional y el 1 de octubre de 1914 rindió el examen final obteniendo el brevet de piloto aviador Nro. 58 expedido por la Federación Aeronáutica Internacional, convirtiéndose en la primera aviadora Argentina y Sudamericana.

La noticia del título obtenido por la joven rosarina corrió rápidamente por diversos diarios del país. Amalia fue convocada por diferentes organizaciones vinculadas al mundo de la aviación para hacer exhibiciones públicas. Entre abril y mayo de 1915 realizó más de una exposición en su ciudad natal convocando a un público multitudinario. El diario La Reacción escribía “la primera argentina en afirmar los derechos de su sexo hacia la conquista del aire es hija del Rosario”, se la reconocía por mujer y por rosarina. El mismo periódico daba cuenta del entusiasmo popular que generaba su presencia en la ciudad: “El numeroso y distinguido público presente, admirando la facilidad y arrojo con que la señorita Figueredo dominaba el aparato, tributole una entusiasta ovación al descender”.

El reconocimiento tanto de periodistas y como de pares es de notar, aunque, por supuesto que en los escritos también se detecta un tono sorpresivo por tratarse de una mujer practicando una actividad normalmente asociada al género masculino: “La señorita Figueredo es una joven enamorada de su profesión, para la cual ha demostrado aptitudes poco comunes aun en los más expertos del sexo fuerte”. El asombro también pone de manifiesto el excesivo mérito que debían -y deben- demostrar las mujeres para ser reconocidas como pares en determinadas profesiones.

Por otro lado, en relación a la identificación de la mujer con el sexo débil, interesa rescatar un fragmento de un discurso de la propia Amalia en el que resignifica, de alguna manera, esa posición a partir de su experiencia individual:

“…viendo como veo en estos momentos esta ola humana que viene a compartir también una gloria de la patria, una gloria de la mujer argentina y una gloria más grande todavía para los hijos de este pueblo. Porque de su seno nació esta humilde representante del débil sexo que supo ser el galardón de vosotras mismas… señoras que contemplas mi valor… como si fuera una excepción entre vosotras, pero no es así. Toda la gloria, toda admiración que puedo despertar entre vosotras se debe a un instante de firmeza y entusiasmo en que quise cernir de gloria a vosotras rosarinas…”.

El paso de Amalia por la práctica de la aviación fue, lamentablemente, muy breve. Al poco tiempo, en 1916, se casó y tuvo dos hijes, motivos por los cuales abandonó la profesión y se dedicó al trabajo doméstico. No obstante, no se distanció definitivamente de la actividad aeronáutica, por lo que siguió frecuentando espacios relacionados con el mundo de la aviación y asistiendo a distintos actos de reconocimiento a su figura: fue presidenta del Aeroclub Femenino de la Argentina, designada Socia honoraria del Círculo Militar de Aeronáutica, reconocida como Aviador Militar «Honoris Causa” y Precursora de la Aeronáutica Argentina por la Fuerza Aérea Argentina, entre otras menciones. También recibió varios reconocimientos internacionales y, por supuesto, sentó un precedente histórico en la historia de la aviación argentina.

*Profesora de Historia – Universidad Nacional de Rosario

El presente artículo está basado en escritos de la Asociación Mujeres en Aviación Argentina, proyectos de leyes de reconocimiento a la trayectoria de Amalia Figueredo, el podcast “Amalia Figueredo” disponible en https://periodicas.com.ar/ y el prontuario policial de Amalia Figueredo aportado por el Archivo General de la Provincia de Santa fe Sede Rosario.

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