Abrirse camino como carpintera

Abrirse camino como carpintera

La naturalización y asignación cultural de los roles de género establece que ciertas tareas, rubros, oficios y responsabilidades recaigan en un género u otro, y fomenta valores y jerarquizaciones de manera diferente para cada uno, lo que trae como consecuencia una división sexual del trabajo, y además una segmentación en el mercado laboral. Hay oficios donde históricamente las mujeres y disidencias se encuentran sub-representadas ya que se trata de lugares que tradicionalmente fueron ocupados por hombres. Al mismo tiempo son actividades que ameritan saberes y prácticas que no están incluidas en las currículas escolares generales y en las cuales intervienen herramientas específicas de difícil acceso.

Ainelén Berttoti Burket es artista visual y carpintera de la ciudad de Rosario. “Investigo, construyo e intervengo el espacio” así se describe en su perfil de Instagram. En diálogo con Reveladas cuenta que la curiosidad sobre los materiales la heredó de su abuelo. Actualmente tiene un taller de carpintería en zona sur, que comparte con su compañero y brinda talleres en el barrio Villa Banana y en el espacio cultural la Mansión de Gogo.

Llegó desde Venado Tuerto a Rosario convencida de estudiar Comunicación Social, pero luego de hacer un test vocacional se dio cuenta de que los resultados eran diferentes: “En el test me salieron carreras como Arquitectura, Bellas Artes, profesiones que tenían que ver con la creatividad, y empecé a leer las materias y no lo podía creer. Todas tenían que ver con la cultura e historia del arte. Comencé a entender muchas cosas de mí y de cómo había sido mi infancia, y me encontré con la escultura, con la manipulación de herramientas, sobre todo la madera”, cuenta al respecto.

Además, recuerda: “En segundo año de Bellas Artes había una Bienal de Escultura en Chaco, súper clásica de talla en madera, motosierra y con dos amigos dijimos ‘vamos a presentarnos’ y volví enloquecida con toda una grupalidad que acompañaba la situación de hablar de herramientas, la mayoría eran carpinteros porque es un espacio muy de varones, a partir de ahí dije ‘yo quiero saber más, quiero aprender’. Empecé ya hace nueve años haciendo cosas para amigas y después para vender para otras personas”.

Aine supo establecer una articulación entre las artes plásticas, la escultura y la intervención de diferentes materiales, obtuvo una distinción de honor por el municipio de Rosario en base a su participación en la XI Bienal Internacional de Arte de Florencia en 2017, participó de muestras y exhibiciones, de las cuales obtuvo premios y menciones distinguidas que se pueden recorrer, incluyendo a su última muestra “La energía de las cosas” (2019), en su porfolio en este sitio.

“Lo que me dio la carrera es la posibilidad de poner en práctica las ideas que una tiene, explotar un poco más la parte creativa y del diseño. Por otro lado, la posibilidad de tener un espacio con herramientas y materiales. La experimentación se da cuando se unen esas dos partes, es importante darle bola a una idea, dibujarla o ver de qué forma una puede desarrollarla en el proceso creativo. En este sentido la carrera me dio una parte más formal de ese proceso que incluso hasta socialmente y culturalmente está más visto como que a una le baja un rayo divino y eso nunca es así, casi siempre es una búsqueda, una investigación y eso me lo enseño la universidad”, dice contundente.

Ser carpintera en una sociedad patriarcal

“Es lo que pasa cuando vas a la maderera o a la ferretería, hay un contexto que tiene que ver con el machismo establecido en la sociedad, más allá del oficio y también relacionado a la mujer, hay conocimientos a los que no se tiene acceso y una no tiene la posibilidad a equivocarse. Una va a la ferretería con miedo a equivocarse y que te hagan quedar como una ridícula y eso es lo más feo, también depende mucho del círculo donde te muevas. Yo siento que me manejo en un círculo en el que está todo bien, hasta que voy a la ferretería y me encuentro con otra realidad”, expresa sobre su día a día. También cree que se está comenzando a dar una mayor posibilidad a las mujeres y disidencias para lograr paridad en los lugares de trabajo.

Aine brinda talleres de carpintería reducidos ya que apunta a la calidad del intercambio que se pueda generar en los mismos, confiesa que hoy por hoy es ayudante y guía, ya que cada participante llega y se dispone a seguir con la tarea que venía haciendo, remarca que clase a clase se logra una “autonomía exquisita”.

“Por mi parte desde marzo estoy dando talleres para mujeres y disidencias, no porque no quiera trabajar con varones, sino porque no quiero que ninguna piba se quede sin la posibilidad de acceder a ese espacio de aprendizaje. Considero que el aprendizaje es lo que te genera autonomía y me parece fundamental adquirir otros conocimientos y animarte a perder el miedo”. Además, expresa que muchas veces se dificulta el acceso a ciertos materiales o herramientas: “El taller es el espacio para eso y también para experimentarlos, asimismo saber que nadie te va a retar, sino que te van a acompañar. Es un lugar muy respetuoso y cuidado en el cual hablamos y explicamos varias cosas, por ejemplo, como hay que ubicarse físicamente, qué respeto hay que tenerle a cada maquinaria, a cuál no tanto. Todo un poco más general que cortar con una caladora. Esa energía que se genera entre pares esta buenísima”.

La entrevistada afirma que apuesta a que cada vez sean más, que le gustaría trabajar en equipos ya que es muy difícil conseguir mujeres carpinteras, y confiesa que lo más reconfortante es lo que se genera a partir del taller, “me llegan mensajitos ‘ahora me animo a hacer un montón de cosas, quiero arreglar todo’ y eso para mí es increíble”.

Según los datos estadísticos que brinda el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) sobre la distribución porcentual de la población ocupada mayor de 14 años, por sexo y rama de actividad, en un total de 31 aglomerados urbanos para el tercer trimestre de 2020, la tasa de ocupación de las mujeres en el sector personal doméstico es del 97,7 por ciento, en el de salud y servicios sociales de 68 por ciento, en enseñanza del 72,8 por ciento y el resto de las ramas –todo lo que no está vinculado a cuidados- del 33,2 por ciento.

“Creo que hacen falta políticas que fomenten la participación de mujeres y disidencias en estos espacios. Con una amiga tenemos el sueño de abrir una escuela de oficios para pibas y disidencias”, cuenta la entrevistada y dice que “es momento de trabajar las paridades dentro de los espacios fabriles, de las empresas, me parece que hay mucha gente que hoy por hoy está a la cabeza, que todavía no tiene la capacidad de ver y decir ‘estamos buscando una electricista’. Cuando dentro del ambiente laboral haya demanda se va a lograr también un estudio más formal por parte de las mujeres, sin dudas estaría bueno que se fomente a las empresas para incorporar mujeres”.

Aine confiesa que los espacios que habita son bastante amigables, que la han hecho sentir muy bien y en igualdad de condiciones respecto a sus pares, aunque no está exenta de situaciones como “que en una ferretería me llamen ‘mi amor’ y yo decirle ‘che yo no soy tu amor, si querés te puedo decir mi nombre y me llamás por mi nombre ya que vengo seguido, pero no me gusta y me incomoda’. O también ir con mi madre y que digan ‘que brava tu hija’. A veces contesto y a veces no vuelvo nunca más”.  

La artista visual también estuvo trabajando y viviendo en Italia a raíz de una beca para un intercambio en la Universidad de Bologna, trabajó en la refacción de casas y palacios. Sobre esa experiencia contó que, al trabajar con su compañero, el empleador esperaba la aprobación de él, de lo que él decía. “En esas situaciones me sentí mal y elegí no trabajar más, porque creí que no iba a modificar nada”.

Hay una realidad marcada en cuanto el trato para cada género. “A los varones les preguntan sobre sus condiciones de trabajo, si está todo bien, cómo les pagan, pero a nosotras las preguntas siempre son ¿qué onda tu jefe? ¿Tus compañeros todo bien?’. En la misma línea reflexiona: “Yo creo que hay un avance en cuanto a machismo, tampoco quiero ser una ilusa. Los espacios que estoy habitando son bastantes respetuosos, creo que a veces una está en una burbuja y después te encontrás con alguien cabeza de termo y perdés la fe en la humanidad de nuevo, pero creo que de a poco se va a ir modificando, por lo menos trabajo para eso”.

Foto portada Ph Florencia Carrera.

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